Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Ramón Castro Thomas
Ante la magnitud de la catástrrofe en la provincia de Valencia ha quedado en segundo plano el desalojo de vecinos por la crecida del río Guadalete. Un total de 211 personas fueron desalojadas en las barriadas rurales jerezanas de El Portal, La Corta, Greduela y Las Pachecas, ante el riesgo de que se desbordara el río Guadalete, que llegó a alcanzar una altura de 5,43 metros el jueves 31 de octubre. No ocurrió ninguna desgracia personal y, como se suele decir, las aguas volvieron a su cauce, después de un gran susto y de las consiguientes molestias a los vecinos. Es mejor prevenir que lamentar, como hemos visto. Existe una especial sensibilidad.
En la crecida del río Guadalete, la Junta de Andalucía actuó correctamente. Enviaron mensajes a las personas afectadas, y no se limitaron a esperar que se protegieran, sino que hubo desalojos. Lo mismo que en Florida (EEUU) con el huracán: aviso y desalojos, para no estar en la zona de riesgo en el momento peor. El consejero de Presidencia, Antonio Sanz, que es jerezano de nacimiento, estuvo siguiendo de cerca el desalojo y se desplazó a la zona. Otra diferencia con Valencia. Se quedó en un susto. La actuación fue correcta, porque existía un riesgo real y llovía sobre mojado. En Almería, la Junta también avisó por la alerta roja, y no pasó nada, favorecido porque llovió menos de lo esperado. Ahora estamos en el momento de poner los parches a tiempo.
Sin embargo, no se debe olvidar lo ocurrido en el Guadalete. El nivel de las aguas creció por el desembalse del pantano de Arcos, que aportó un caudal inesperado. La provincia está (¿o estaba?) amenazada por la sequía y hay pantanos que desembalsan. Es una contradicción lamentable. El río Guadalete está en zona de riesgo, porque en la Sierra, e incluso en Jerez, es donde más llueve de la provincia. Las barriadas rurales jerezanas se habían inundado antes. Incluso en alguna ocasión las aguas han llegado a cortar la autopista AP-4, en los tiempos del peaje. Con lo cual se sabe que esos vecinos viven en una zona de riesgo, y que el Guadalete probablemente necesita obras públicas de ampliación y regeneración, para encauzar su nivel y mejorar la seguridad en casos de lluvias fuertes. Sin olvidar que deben controlar las construcciones donde no pueden proliferar.
Las zonas rurales de Jerez no son las únicas de la provincia que merecen mayor atención para evitar inundaciones. Otras obras locales siguen pendientes, como los tanques de tormentas de algunos municipios. Por eso, unos barrios se inundan y otros no.
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