La esquina
José Aguilar
¿Tiene pruebas Aldama?
Crónica personal
Es la hora de la contención, la hora de la prudencia. En Oriente Medio se cuece una preguerra, aunque los analistas más rigurosos coinciden en que no la habrá. Se trata de una zona especialmente sensible, de máxima conflictividad por los desafíos territoriales en el que intervienen una docena de países enfrentados que, con el tiempo, en su mayor parte han comprendido que no tienen más salida que entenderse. Dos pueblos, el palestino y el israelí disputan un mismo territorio, luchan entre sí con furia implacable, en la que participan potentes ejércitos y movimientos terroristas.
Israel ha conseguido establecer relaciones con varios países, se han firmado algunos acuerdos de paz de escaso éxito y se han cometido errores. De hecho entre los palestinos no existe un criterio único, la Autoridad Nacional Palestina, por ejemplo, siempre se mostró contraria a Hamas, que consideraba un movimiento terrorista. Y siente profundas reticencias hacia Hezbolá, un ejército creado, armado y financiado por Irán. En ese escenario es clave mantener la serenidad.
Israel ha declarado “non grato” a Antonio Guterres y le ha prohibido la entrada en su país. Pésima decisión. Guterres, la ONU, son decisivos para cualquier proceso de paz, y los cascos azules de UNIFIL, –con 650 españoles– realizan un trabajo excepcional en el sur del Líbano.
Sánchez, cuando Israel atacó el Líbano el lunes, declaró que la comunidad internacional “no puede callar ante una masacre convertida en rutina”. Al día siguiente, cuando Irán atacó a Israel, sin consecuencias trágicas gracias a la cúpula de hierro con la que protegen sus ciudades, Sánchez condenó el ataque y añadió que es “imprescindible” un alto el fuego en Gaza y Líbano. Lo es, pero se echó de menos la contundencia con la que se expresó cuando fueron Líbano y Hezbolá los atacados.
Josep Borrell, que conoce a fondo la política internacional, expresó la posición de la UE condenando con firmeza el ataque de Irán porque lo considera una grave amenaza para la seguridad regional. Solo la izquierda retrógrada sigue empeñada en ver los problemas de Oriente Medio como una lucha entre buenos y malos, entre palestinos e israelíes, entre invasores y defensores. Ni siquiera se molestan en conocer la historia de los dos pueblos, por qué se produjeron las anexiones. Hoy varios de los países que cruzaron la frontera israelí en el 67 y el 73, mantienen relaciones con Israel. Las negociaciones para alcanzar la paz no han culminado con un acuerdo, pero sí con avances considerables .
En ese escenario, Pedro Sánchez parece perdido. Se deja llevar por posiciones que solo defiende la izquierda anclada en el siglo pasado. Se puede y debe apoyar al pueblo palestino, pero también lo merece un pueblo israelí que solo aspira a existir… y a sentirse seguro.
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