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El panorama político se asemeja a la obra cumbre de Agatha Christie, Diez Negritos, en la que van cayendo uno a uno, asesinados, los participantes en una reunión en una isla desierta. Entre la catástrofe de la DANA, más los escándalos Koldo y Begoña Gómez, la lista de caídos en desgracia acoge a varias docenas de nombres, aunque la atención de los jueces se centra en los que advierten posibles actuaciones delictivas.
Carlos Mazón resiste como puede, mal, pero su carrera política se adivina de corto recorrido. El presidente valenciano intenta escapar de la quema con un nombramiento sorprendente, el teniente general Gan Pampol, retirado, de reconocido prestigio como analista y estratega militar. Ahora, que sepa organizar la complicada operación de reconstrucción de Valencia, y que pueda imponerse a interferencias externas, es muy distinto. Carlos Mazón ya puede cruzar los dedos para que salga bien, porque de no ser así su muerte política será inevitable.
En mejor situación se encuentra Teresa Ribera, que abandonó sus responsabilidades de ministra para trasladarse a Bruselas y preparar el examen que le abriría las puertas para convertirse en comisaria europea. Puede conseguirlo, porque el Sánchez del cordón sanitario a la ultr derecha está dispuesto a apoyar al candidato de la italiana Meloni para el gobierno europeo, sin importarle ya su tinte derechista.
En el otro escenario, el de la corrupción o presunta corrupción, son muchos los afectados por su vinculación con algunos de los personajes implicados. Incluso si las investigaciones se quedan en nada, no les será fácil sobreponerse. Begoña Gómez, por ejemplo, será difícil que salga bien parada de sus maniobras empresariales. Aunque no sean delictivas, queda ya marcada. También salen tocados los ministros Bolaños y Óscar López, que permitieron que un destacado cargo del gabinete presidencial ayudara a Begoña Gómez en sus asuntos privados empresariales.
Tiembla mucha gente ante la declaración voluntaria del comisionista Víctor Aldama ante el juez Moreno. Si tira de la manta pueden caer nombres poderosos, desde altos cargos de José Luis Ábalos cuando era ministro – y él mismo– hasta empresarios, directivos de la Complutense y del Instituto de Empresa, la familia Hidalgo propietaria de Air Europa y personas relacionadas con la compra de material sanitario durante la pandemia.
En los casos de presunta corrupción todo queda en manos de los jueces. Pero en el plano político, la dejación de responsabilidades también tumba o puede tumbar biografías. Como ocurre con Ribera y con Mazón.
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