El lanzador de cuchillos
Martín Domingo
¡Boom!
Su propio afán
POR muy confuso que esté todo, al menos una cosa clara y definitiva nos ha dejado la noche electoral. Ya no podemos seguir hablando de Podemos y de Ciudadanos como los "emergentes". Desde luego, Podemos ha emergido a base de bien, comiéndose media tarta del PSOE. Ciudadanos queda algo lejos de sus mejores sueños, pero muchísimo más arriba de su realidad (partía de cero) y recuperando un importante espacio para el centro político, abriendo brecha en el bipartidismo por donde más duele. Además, como todo está tan repartido, cualquier grupo con algo de peso lo tendrá específico. Abandonamos, pues, lo de los emergentes.
Al PSOE y a IU estamos a un pelo de poderlos llamar los sumergidos, por su hundimiento con respecto a sus anteriores resultados, club al que podríamos sumar a la antigua Convergencia de Mas, tan menguada. Sin embargo, más vale que esperemos a los pactos, que bien pueden agarrarse a ese flotador y no sumergirse en absoluto.
¿Y el PP no estrena nueva nomenclatura? Valdría tal vez "urgido", pues esta coyuntura le urge a formar un gobierno que resultará muy complejo de montar. De montar y de mantener, y eso cuando las circunstancias no invitan a dormirse en los laureles: está pendiente lo de rematar la crisis y lo de meterle mano al desafío catalán. Menos mal que sí madrugaron para aprobar los presupuestos del año que viene. Ese flanco es lo único que tenemos seguro, hoy por hoy.
Aunque con estos resultados, los urgidos son todos. En vista de que no hay una mayoría clara ni con pactos de a dos (excepto la Gran Coalición), todos pueden y deben y tienen que sentirse llamados a la responsabilidad.
Y llamados -por debajo- a comenzar desde mañana mismo una nueva campaña electoral encubierta, por si el adelanto se produce, tan difíciles están los pactos. La suma PP-C's no da. La Gran Coalición no parece posible por el odio cainita entre populares y socialistas. Y no imagina uno a mucha gente del PSOE de acuerdo con un entendimiento con una Esquerra echada al soberanismo radical. O sea, que tal vez no convenga desalquilar las vallas publicitarias ni guardar las pancartas ni desmontar los estudios de televisión.
En resumen, todo está en el aire, menos lo del nombre de los nuevos partidos, que han dejado de ser nuevos y que han dejado de ser emergentes. Ahora a ver los emergidos cómo envejecen (que es, lo sé por experiencia, lo difícil) y a ver qué sacan a flote.
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