España ya no es lo que era

18 de marzo 2025 - 03:05

Este país ha cambiado. No digo yo que a la manera que decía el ex izquierdista descamisado Alfonso Guerra, cuando hablaba de que a España “no la iba a conocer ni la madre que la parió” después de que el Gobierno del PSOE llevara a cabo sus planes, pero ha cambiado sustancialmente. España ya no es lo que era. Ni aquella “una, grande y libre” que nunca fue ni la “unidad de destino en lo universal” con la que fantaseaba el franquismo. Ni siquiera aquella sociedad más o menos uniforme que nació tras la llegada de la democracia, confiada, incluso ilusionada por unos años.

Este país se ha convertido en algo mucho más diverso y, si sabemos verlo, mucho más rico. Ahora pueblan sus calles y sus centros de trabajo una población arraigada desde hace siglos mezclada con una reciente venida de todos los confines del mundo. El mismo idioma español se ha visto adornado con decenas de acentos diferentes. Esto es menos evidente por aquí, por la Bahía de Cádiz, pero en las ciudades más pobladas del Estado la evidencia te salta desde las caras multicolores de la gente. Las estadísticas dicen que, por ejemplo, en la comunidad de Madrid, más del 40% de la población entre la treintena y la cuarentena es de origen extranjero, fundamentalmente latinoamericano. Como hecho más evidente, en ciertos sitios, es ya imposible que te sirvan una bebida sin un deje trasatlántico.

Contra la prohibición oficial de no hace tiempo, también esta tierra ibérica ha mutado desde la supuesta unanimidad en el sentimiento patrio hasta la diversidad de proyectos políticos. Parece que de pronto nos hubiéramos dado cuenta de que hay que convivir con otros planes independentistas, que por cierto no han nacido ayer. Nuestro deber, el de los que pensamos que el Estado debe seguir unido, es convencer a los separatistas de la conveniencia de juntar esfuerzos antes que de buscar diferencias insalvables, la mayoría inventadas.

Y por último, a diferencia de hace cuarenta años, España ya no se puede concebir sin Europa. Tenemos supuestos guardianes de imaginarias esencias que se quejan de las “intromisiones” o imposiciones de Bruselas, aferrados a no se sabe qué intereses individuales. Mientras, por otro lado, se proclaman amigos del matón estadounidense que nos ha declarado sus enemigos, e ignoran deliberadamente quiénes son los nuestros. No quieren ver que este país ya no es lo que era.

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