Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Ramón Castro Thomas
Vía Augusta
Ya es seguro: España tendrá que prorrogar por segunda vez los Presupuestos Generales del Estado de 2023 porque el Gobierno del Reino no cuenta con mayoría suficiente ni para aprobar el paso previo y obligado: la senda de estabilidad, que fija el techo de gasto y los objetivos de déficit para todas las Administraciones. Es la constatación palmaria que ésta es una legislatura inviable en la que el presidente del Gobierno, con tal de seguir siéndolo, vive en una huida permanente hacia ninguna parte.
Sin embargo, Pedro Sánchez ha logrado que esta realidad se desdibuje gracias a que ha creado un espejismo: se reabre la negociación para la senda de estabilidad y todavía es posible salvar el Presupuesto de 2025, aunque se presente a finales de diciembre o incluso en enero.
La ilusión óptica la genera con un simple movimiento: evitar que se votase ayer en el Congreso de los Diputados. Conjurada la derrota parlamentaria, que habría sido causa de adelanto electoral para cualquier presidente, y con gran desparpajo, desde Nueva York anuncia que no la llevará a la Cámara al menos hasta que no pasen los congresos de ERC, Junts y suponemos que también el del PSOE en Sevilla.
El efecto real para los españoles es el mismo: no hay Presupuestos. Ésa es la realidad que se tapa y que debería obligar a admitir que no puede gobernar. Con ello sólo gana tiempo. Que es lo que lleva haciendo desde que fue derrotado en las elecciones de mayo y de julio de 2023, aunque se mantenga en el Palacio de La Moncloa.
Hoy por hoy no se vislumbra ningún acuerdo, ni para la senda de estabilidad ni por tanto para el presupuesto, pero el espejismo funciona y el objetivo de disimular que éste es un Gobierno que no tiene mayoría y que, como tras las elecciones Generales, está en manos de Carles Puigdemont.
De fondo está una pugna porque el Tribunal Constitucional se pronuncie raudo sobre la negativa del Tribunal Supremo a aplicarle la Ley de Amnistía al prófugo. Él tiene prisa porque cree que conseguirá su objetivo de quedar totalmente impune tras consumar un delito de sedición, hoy borrado. A Sánchez, en realidad, le conviene tenerlo pendiente de la decisión del TC, como incentivo para que no haga caer al Gobierno sin tener asegurado que termina su fuga sin consecuencias penales. Está por ver cuánto tiempo gana realmente Sánchez, que retrasará todo lo que pueda un adelanto electoral, porque nadie asegura que tras el espejismo haya unos Presupuestos y, con ellos, agotar la legislatura, aun sin concurso del Legislativo, diga lo que diga Puigdemont.
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