Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Ramón Castro Thomas
La semana de Cádiz Fenicia ha pasado, no sé si con más pena que gloria, depende del interlocutor. Yo quiero pensar que ha pasado gloriosa con un nutrido programa de actividades que de una u otra forma ha acercado un poquito más la civilización de Gadir a Cádiz, que es de lo que se trata. Su fundación fue por ejemplo escenificada en La Caleta en la apuesta más potente del Ayuntamiento de Cádiz a cargo de los integrantes del espectáculo que La fura del Baus produjo, aunque con el talento, guión y puesta en escena gaditana. Una obra de la que disfrutamos cientos de gaditanos y que resultó espectacular, porque al final es algo distinto a lo de siempre, pero que fue criticada por los 170 mil euros que se embolsó la compañía. Previamente también se afeó la partida para un reputado escultor de las fallas valencianas, o el cuestionado desfile fenicio del primer día, del que personalmente no tenía grandes expectativas. Si Cádiz nunca me sorprendió con una gran cabalgata de Carnaval, su fiesta por excelencia, no esperaba magia en el pasacalles inaugural.
Críticas aparte, la semana se ha completado con un par de exposiciones muy dignas, la exhibición por primera vez al público del monumento funerario junto a la Casa del Obispo, conferencias, recreaciones y hasta un mercadillo resultón. Todas ellas repletas de gente porque, y a ver si nos enteramos, a Cádiz le interesa su historia, su pasado y su patrimonio.
Pero, porque tengo un pero, me ha faltado una pata interesante en esta puesta en escena. Una espinita fenicia clavada, como ha sido la falta de una partida destinada a la recuperación de la Casa del Obispo, que en diciembre sumará diez años cerrada. Diez. Este yacimiento es uno de los dos que atesora Cádiz con restos de asentamientos fenicios visitables, y ha faltado hablar a las claras de él, de los planes presentes o aunque sea de futuro. Varias fuentes consultadas por este periódico aseguran que no existe entendimiento entre Obispado y Ayuntamiento de Cádiz, pero para estar de verdad orgullosos de nuestra historia debemos ser capaces de dialogar con el resto de administraciones e instituciones a fin de que nuestro legado real, el que nos dejaron los fenicios, permanezca para siempre, y no se quede en las bonitas esculturas efímeras que salpican la ciudad.
Toca hablar en firme con la propiedad de la Casa del Obispo -que es fenicia y también romana-, y con la Junta de Andalucía, para reabrir para siempre los también clausurados Columbarios y culminar el eterno proyecto del Teatro Romano, que en un año será el epicentro del segundo capítulo de estos fastos: Gades. Si todo esto ocurre, bienvenida sea el resto de inversión en cultura, más o menos populista, porque siempre nos enseña a valorar un poco más nuestro patriomonio, por si algún día nos da por creérnoslo -y hablo de las admnistraciones públicas-, y de una vez potenciar una industria real en torno a él. Si de verdad esto ocurriera, no me cabe la menor duda de que se generaría más empleo y provecho económico que revertiría directamente en la ciudad.
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