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No es privativo de los socialistas, a los que me niego a llamar sanchistas porque puede que en caso de serlo lo sean por un motivo piramidal de poder, no por una profunda convicción: dependen de Sánchez, de una estructura creada con anterioridad y reforzada por el marido de Begoña Gómez. Muchos antes lo eran confesadamente de Susana Díaz, hasta que la sevillana fue derrotada por la maquinaria Sánchez. Quizá por esta razón, la maquinaria engrasada que perdiendo gana, ha vuelto a ganar en Sevilla. Con holgura bastante para que calle la disidencia y la discordancia, siempre deseosas de revancha y con más memoria para el agravio que tripas para la digestión. Así que pasó Sevilla y olé, en pocos días vuelven los cangilones monótonos de siempre, la misma agua y los precipicios de los grupos insumisos que no lo son tanto, sobre todo porque su habilidad es no romper nunca del todo (aunque el sanchismo haya creado anticuerpos eficaces) sino llevarse todo lo posible y un poco más, más vale pájaro en mano que. Quería decir pasó el día, pasó la romería. ¿Se llevó un triunfo amargo don Pedro? Tonto no es, hablamos de un líder raro, eso sí, no conozco a gente que lo quiera, pero mandar, manda, pues eso. Estado de euforia temporal fue Sevilla. Estos eventos es lo que tienen. Puede que me desmientan, no obstante, la Valencia maltratada por la DANA que el sábado último sacó músculo pidiendo la dimisión de la rima no es la España otra que no le grita, incluso que lo vota, porque así es, así somos, el universo plural, la España dividida qué cabrea a los bomberos de España. Y por tanto que no nos confundan los decibelios de la ciudad del Betis ni los planos amplios de las televisiones, hay lo que hay y punto y pelota. Lo definitivo volverá a ser lo previsto, el domingo que nos llamen a votar ¿dentro de tres años? Nadie dude de que es el mayor constructor de mayorías de la democracia del 78 sin necesidad de hablar catalán en la intimidad. Ni vasco. Se pongan como se pongan. Un peligro inescrupuloso e inescrutable, con la vitola del progresismo, la lucha climática y la memoria democrática para conseguir la perfecta desmemoria de los españoles. En Sevilla se ha puesto pie en pared a la disidencia y sordina a los desvaríos, han construido un artefacto de pilas y con esa habilidad sensacional para los mensajes coordinados y la forma de mirar para otro lado. Con la regla de oro que de lo que no se nombra deja de existir. Como Ábalos y otros. Y otros.
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