Vía Augusta
Alberto Grimaldi
Bajo las piedras
La aldaba
El líder del PP ha evitado una marca negativa de la Casa Génova: pegarse el tiro en el pie. ¡El gallego ha debido aprender del tropiezo con el asunto de las pensiones en aquella entrevista en TVE en el final de la campaña electoral de las últimas generales! Con las pensiones, riesgos cero. El decreto ómnibus, finalmente retocado, era una trampa que retrata al que la puso. Suponía tomar como rehenes a pensionistas y víctimas de la dana. Era una maniobra burda, tacticista y retorcida. Si el interés del Gobierno por los pensionistas era blanco, inocente e inmaculado, ¿por qué tan loable se mezcla en una bulla con otras propuestas?
El PP finalmente votará a favor, una vez que el decreto se ha modificado y que el apoyo de la muchachada de Junts, formación liderada por control remoto por un delincuente y prófugo, convierte en prescindibles otros votos. Feijóo evita una trampa monumental con un sector decisivo de la población española al apoyar la revalorización de las pensiones. Al PP le hubieran quedado meses por delante de soportar los ladridos y mordidas sangrantes del dóberman, aquel que Rubalcaba sacó en el polémico vídeo electoral en el 96 con el que asustó con la llegada de Aznar, que finalmente alcanzó la Moncloa, aunque con una mayoría simple que parecía insuficiente para aguantar la legislatura, cosa que no solo consiguió, sino que quedó como el mejor de los dos mandatos de los que gozó el señor del bigote.
Feijóo ha tenido reflejos esta vez, no ha picado el cebo, ha sorteado la trampa y ha primado no parecer nunca jugar en contra de los pensionistas, aunque eso suponga apoyar el enésimo decreto del Gobierno más frágil de la historia de la democracia. Si no apoyara el decreto, una vez que han concurrido las circunstancias que así lo aconsejan, se la hubiera dejado botando a los papagayos que en el atril de la Moncloa repiten una y otra vez lo del Gobierno de Progreso.
¿De verdad que es progreso cuando se sostiene gracias a una derecha sin escrúpulos como la de Junts? Sin escrúpulos para mantener a un delincuente, sin escrúpulos en el discurso de odio al migrante, sin escrúpulos para pisar cada día la raya de la inconstitucionalidad con demandas imposibles.
Feijóo no podía hacerle ese regalo a un presidente que siempre irá más rápido porque no encuentra reparos morales ni legales. Defiende al fiscal general del Estado, justifica las mentiras como cambios de opinión, no disimula a la hora de intervenir grandes empresas y no se autolimita como sería deseable en un jefe de Ejecutivo por una elemental razón de decoro. Feijóo esta vez no le ha hecho el regalo. No sé si eso es tacticismo, electoralismo, habilidad o, sencillamente, no hacer el indio cuando se tiene enfrente a un catedrático del culebreo. El dóberman sigue atado, de momento.
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