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El fenómeno de las criptomonedas ha ido tomando cada vez mayor relevancia desde que en 2008 la persona o grupo de personas bajo el seudónimo de Satoshi Nakamoto publicarán el documento referencia (Whitepaper) de Bitcoin, la primera criptomoneda que dio origen a la industria de los criptoactivos, tal y como la conocemos hoy, hasta tal punto que en los últimos años, quizás sin darnos cuenta, nos hemos visto rodeados de publicidad en torno a los criptoactivos, especialmente relacionada con eventos deportivos que van desde patrocinios en la Fórmula 1 hasta los acuerdos de la FIFA con plataformas de criptoactivos en el último mundial de fútbol de Qatar, entre otros ejemplos.
Una muestra que nos hace tomar conciencia de la dimensión que tienen los criptoactivos es la capitalización de mercado que han alcanzado en la actualidad, llegando hasta los $2 trillones, de los cuales Bitcoin representaría aproximadamente el cincuenta por ciento, superando en capitalización de mercado a gigantes como Tesla, Visa o Coca-Cola Company.
Este crecimiento no ha estado exento de obstáculos, como suele ocurrir con la aparición de cualquier nueva tecnología, siendo uno de los principales puntos de crítica la inexistencia de normas específicas que regulasen este espacio, dejando a los inversores expuestos a riesgos no controlados fuera del alcance de las normas existentes en materia de protección de los consumidores y de abuso de mercado. Estos riesgos, junto con el colapso de la plataforma de negociación FTX en 2022, apenas cuatro años después de su creación, y de Silicon Valley Bank en 2023, la tercera mayor quiebra de un banco en Estados Unidos y la mayor desde la crisis financiera de 2007-2008, vino a minar la confianza de los inversores y puso de manifiesto la necesidad de establecer un marco regulatorio que favoreciera el desarrollo de la industria de criptoactivos en un entorno de seguridad jurídica.
Con el desarrollo de diversas iniciativas legislativas a nivel global, se establece un contexto de claridad regulatoria y se aprecia un cambio notable en la aproximación de algunas entidades de servicios de inversión a esta nueva tipología de activos, pasando de una actitud cautelosa, a dar pasos firmes a la hora de explorar la potencial incorporación de los criptoactivos a sus catálogos de productos y servicios con el objetivo de posicionarse y permitir a inversores ganar exposición a esta clase de instrumentos. Evidencia de ello es la aprobación, en enero de 2024, por parte de la SEC (supervisor estadounidense de los mercados de valores), de once fondos cotizados al contado de Bitcoin que marca un hito histórico de legitimización y reconocimiento de los criptoactivos como un asset class, y es que, en la lista de los solicitantes de estos fondos, se encontraban entidades de la talla de BlackRock (el mayor gestor de activos del mundo) o Fidelity entre otros, siendo este uno de los lanzamientos más exitosos de un fondo cotizado de la historia según Bloomberg.
La elección, por parte de estas entidades, de un fondo cotizado para acercar los criptoactivos a sus clientes no resulta casual ya que permite salvar algunas de las principales barreras de entrada para los inversores minoristas no especializados como es la custodia de estos instrumentos, que plantea nuevos riesgos que no se encuentran presentes en la custodia de instrumentos financieros tradicionales como es la pérdida total e irrecuperable de los criptoactivos.
La industria de los criptoactivos está dando pasos en la dirección correcta hacia su consolidación y madurez contando con el beneplácito de reguladores y supervisores bajo nuevas y estrictas reglas de juego, y ha conseguido captar la atención de inversores institucionales que empiezan a considerar a los criptoactivos como una inversión alternativa válida en términos de diversificación de las carteras de sus clientes. En este sentido, cabe destacar que, desde la actualidad y hasta 2040, se va a producir lo que se ha denominado como la gran transferencia de riqueza entre la generación más rica de la historia, los Baby Boomers y los Millenials, y son estos últimos los que están generando la mayor parte de la demanda de criptoactivos. Solo en Estados Unidos, se prevé que $70 trillones serán traspasados en este proceso de transferencia de riqueza transgeneracional.
Teniendo en cuenta estos y otros factores, se anticipa que la tendencia en términos de demanda de criptoactivos será creciente y estos coexistirán con los instrumentos financieros tradicionales.
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