El Fiscal en el alambre

La esquina

18 de enero 2025 - 03:05

El Fiscal General del Estado, Alvaro García Ortiz, circula por el alambre. Su situación es insostenible y, prácticamente, se mantiene en el cargo por la fuerza y el poder de quien lo sostiene (el mismo que lo puso ahí). ¿De quién depende la Fiscalía, eh?

Siendo su primer cometido en la vida pública la defensa de la legalidad y la persecución del delito, García Ortiz está siendo investigado por el Tribunal Supremo por un delito singularmente grave: revelación de secretos. Ni se le pasa por la cabeza dimitir.

Tampoco mella su intenso apego a la cúspide el propio desarrollo de las indagaciones que está ordenando el magistrado del Supremo que instruye la causa. Desde su imputación ha habido un informe de la UCO de la Guardia Civil que lo pone a los pies de los caballos, se descubrió que borró los mensajes de su teléfono móvil –casualmente– de los días en que se produjo la filtración origen del caso y la fiscal superior de Madrid le reprochó su obsesión por hacerse con los correos intercambiados entre la Fiscalía y el novio de Isabel Díaz Ayuso (este nombre es la clave de todo el enredo), presunto delincuente fiscal: “¿Eres tú quien los filtra?”. “Eso ahora no importa”.

Lo que importaba era, oficialmente, desmentir el bulo propagado por un siniestro asesor de Ayuso –cobra dinero público y se ocupa de los intereses de un particular emparejado con su jefa– sobre las negociaciones entre el novio defraudador y Hacienda. Se pasó de frenada el Fiscal General. Pudo y debió limitarse a desmentir el bulo, pero añadió pelos y señales privadas de un ciudadano y las hizo llegar a algunos periodistas y al líder socialista madrileño que al día siguiente tendría que usarlo todo contra Ayuso en la Asamblea de Madrid. “Hay que ganar el relato”, confesó García Ortiz a sus allegados. Es lo que importa: no la verdad de las cosas, sino cómo se cuentan las cosas.

Tal y como va avanzando la causa es más que probable que asistamos finalmente al espectáculo puramente hispánico de ver al Fiscal General del Estado sentado en el banquillo y acusado por un subordinado suyo. Ya empieza a ser raro que el ministro de Justicia siga tan locuaz y contundente cuando se le pregunta por algún caso judicial, y aun cuando no se le pregunta, y siempre le parezca abusiva o arbitraria la actuación de jueces que molestan al presidente del Gobierno, su familia o su Fiscal General.

¿Por qué no lo dejan caer, como a Ábalos? Teoría: porque García Ortiz no hizo la filtración por iniciativa propia, sino obedeciendo.

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