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Víctor J. Vázquez
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Genio y figura. Punto y aparte en usos y costumbres. El papa Francisco, convaleciente por una infección respiratoria, apareció ayer por sorpresa en la basílica de San Pedro, que recorrió en silla de ruedas, en camiseta, abrigado con un poncho y en pantalones oscuros. De las sillas gestatorias con servidores denominados sediarios a esta nueva e impactante estética en un pontífice máximo que nunca ha renunciado a lanzar mensajes de cambios en ciertos hábitos sin moverse del núcleo principal. Francisco quiso supervisar unos trabajos de restauración y rezar en la tumba de Pío X. Si el Papa aparece así, ¿cuál es el mensaje? Que sigue tomando decisiones por sí mismo. Como hizo la noche de su elección, cuando en primera instancia apareció de blanco entero, sin oropeles, y con la sencilla cruz de madera. Cuando se despertó al día siguiente y se fue a abonar la cuenta del hotel donde se alojó a su llegada y llevarse personalmente el equipaje. Cuando se negó a residir en el Palacio Apostólico y se quedó en la misma residencia Santa Marta en la que se hospedan todos los cardenales electores en días de cónclave. Cuando decide viajar a lugares donde los cristianos son minoría, nombrar cardenales saltándose los criterios tradicionales de primar a las grandes urbes, colocar a mujeres al frente de responsabilidades de peso en el Vaticano, organizar bautizos colectivos en la joya de la Capilla Sixtina, parar una ceremonia para que una madre alimente a su hijo que solloza... Genio y figura. Argentino de pura cepa. De pronto aparece de civil. Como un turista, como alguien que simplemente pasaba por allí, por supuesto sin avisar y con ganas de charlar con quienes andaban en sus faenas laborales. El Papa es el mensaje. Ya lo era de cardenal de Buenos Aires en la bulla del interior de un autobús urbano. El Papa escandaliza a ciertos rancios más amantes de los encajes que de la radical verdad del Evangelio. Pero el Papa no se ha movido de ese núcleo central reflejado en las Sagradas Escrituras. Quizás le ha dado a la tecla f5, la de la renovación y el refresco, para renovar ciertas formas, hábitos y usos con el objetivo de amplificar el eco de su mensaje. Es pura comunicación basada en su original estilo personal. Es lo que quisieron los miembros del Colegio Cardenalicio aquella tarde de llovizna en la bellísima Roma otoñal. Habrá quienes crean que Francisco ha perdido el tono majestuoso que corresponde al Santo Padre. El caso es que sigue siendo él. El mensaje está claro. Decide por sí mismo pese al innegable estado delicado de su salud.
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