La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
tribuna
HAY cosas en nuestra ciudad que son difíciles de explicar y el desconocimiento o la indiferencia que culturalmente se da en Cádiz a los vasos de Vicarello es una de las más llamativas.
En enero de 1852, cuando se hacían unas reformas en el depósito de aguas termales del balneario de Vicarello, a orillas del lago Sabatini, al norte de Roma, se produjo un hundimiento que dio acceso a las ruinas de unas antiguas termas romanas en las que aparecieron miles de monedas y objetos metálicos, de muy diferentes épocas, que se remontaban en los estratos más antiguos a instrumentos líticos de época tardo-prehistórica. Aquel tesoro de Vicarello hoy se considera de valor histórico excepcional y, en cuanto a las monedas, el más numeroso e importante hallado jamás en Italia.
Pero en aquel tesoro también había vasos y objetos votivos de oro, plata y bronce, que se suponía eran ofrendas a Apolo que se hacían en aquel sanatorio-santuario de aguas termales. Todo ello descubierto en unas excavaciones faltas de rigor académico y control, donde no faltaron los hurtos de piezas, muchas de las cuales terminaron fuera de Italia dispersas por colecciones y museos.
Algún tiempo después, un trabajador le ofreció al director del museo una colección de vasos que "había encontrado", de oro, plata y bronce, por 20.000 escudos pontificios. Descubierto inmediatamente que el origen de aquellas piezas era Vicarello, aquel hombre fue llevado ante el Papa Pio X, quien, enterado de que se trataba de un necesitado padre de familia, no lo denunció, autorizó que se le pagara lo que pedía y ordenó que los vasos se llevaran a museos vaticanos.
Entre aquellos vasos había cuatro de plata, de valor único y excepcional, con forma de columna miliaria (con las que en Roma se marcaban las millas de las calzadas), de cuatro tamaños diferentes, en los que había grabados los nombres de las ciudades del trayecto Gades-Roma, indicando el número de millas de cada etapa entre ciudad y ciudad. Los nombres de Gades y Roma figuraban, en mayor tamaño y con diferentes grafismos, junto al borde de la boca de los vasos, cubriendo el resto de las inscripciones toda la superficie exterior de los cilindros. Unos vasos seguramente llevados en el viaje a Roma por un personaje de gran relevancia social, que después de estar en la Urbe y tras un día de camino fue a la estación "de Apolo" (Aquae Apollinares Novae) para procurar la curación de alguna enfermedad o dolencia. Dejando en agradecimiento a la divinidad de las aguas, como circunstanciales exvotos, aquellos preciados vasos que no solo le habrían servido para beber, sino también como mapa viario del itinerarium. Lidio Gasperini, de la Universidad de Roma, escribe: "Si gaditano debió ser el devoto oferente de los vasos, también debió ser gaditano el taller donde se fundieron y donde se hicieron las inscripciones a punzón".
En 1952, cuando el académico Antonio García Bellido estuvo en Roma estudiando y fotografiando estos vasos (también conocidos como "apolinares"), tuvo conocimiento de que se estaban haciendo unas reproducciones para una exposición por un prestigioso orfebre, informando a la Real Academia de la Historia para que, aprovechando los moldes, encargase otras réplicas. Poco después, a través del director del Instituto Español en Roma, la Real Academia encargó esas reproducciones que llegaron a Madrid en abril de 1953.
Los originales vasos de Vicarello se exponen actualmente al público en el Museo Nazionale Romano, mientras que las reproducciones de la Academia están en las vitrinas de sus salones, junto a una selección del inmenso fondo que atesora en sus depósitos (siendo estos vasos, por su excepcional valor histórico, las únicas piezas que no son originales). Con los progresos de la tecnología y la globalización del comercio, actualmente se pueden adquirir unas buenas reproducciones de estos vasos (en cobre o en plata) por internet o en un comercio local especializado en este tipo de reproducciones. Digo lo de "buenas reproducciones" después de ver en Madrid las de la Real Academia, de tan difícil acceso. Mientras que no se demuestre lo contrario, en mi opinión, estos vasos son las piezas históricas gaditanas más importantes que están fuera de nuestra ciudad. Unas piezas, por supuesto, de un rango de importancia histórica que va más allá de lo local, lo regional o lo nacional. Para que nos hagamos una idea, hay ciudades españolas que, porque su nombre, latinizado, aparece inscrito en los vasos de Vicarello, lo celebran, lo estudian, proponen itinerarios culturales, colocan reproducciones en sus museos y lo incluyen en sus páginas webs como signo de prestigio histórico. Mientras en Cádiz…
Creo que sería imprescindible que hubiese unas reproducciones de estos vasos en el Museo Provincial (aprovechado la facilidad actual que ofrece el mercado), que fuesen un soporte físico para que los gaditanos supieran de su existencia y para que los profesores tuviesen una referencia pedagógica. Pero lo que de verdad sería extraordinario sería reproducir uno de los vasos en forma de miliario de mármol (un Miliario Aureum), con unas dimensiones adecuadas, y ponerlo en un lugar central de la ciudad, para afirmar ante nosotros mismos y ante los que nos visiten lo que la ciudad fue en el Imperio Romano, y de lo que la factoría de salazón y el teatro romano son grandes testimonios (en otros lugares de España ya se han instalado reproducciones de miliarios). Mientras tanto, esperemos que el Museo Nacional Romano se convierta en lugar de peregrinación para los privilegiados que quieran emocionarse viendo los auténticos Vasos Gaditanos (en Vicarello solo se encontraron).
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