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Brindis al sol
Alberto González Troyano
Elogio de la rareza
Desde mi córner
Partidazo al canto según sean las seis de la tarde en todos los relojes de París. El ilusionante equipo que dirige Santi Denia se cita con los anfitriones, esa Francia que dirige Thierry Henry y que parte con la vitola de favorito. Más que nada por el carácter de anfitrión, algo que se sigue conservando aunque con menos intensidad que antaño. Ir de local es menos decisivo en esta plena globalización, pero algo de eso queda como residuo del pasado.
La remontada del lunes con Marruecos fue una inyección de optimismo, un subidón anímico en el que ciertas circunstancias tuvieron un efecto multiplicador. También el anfitrión llega con la adrenalina por las nubes tras su aventura con Argentina y su remontada sobre Egipto en semifinales. En fútbol no rascamos oro desde aquel gol de Kiko a Polonia en Barcelona y ya han pasado treintaidós años de aquella explosión de júbilo en el corazón de una españolidad sin nubarrones.
El Parque de los Príncipes será el escenario y son muchos los recuerdos que nos trae a la memoria. Ahí fue donde el Real Madrid inició su tremenda carrera como acaparador de Copas de Europa, hoy Champions League. Pero ahí fue también aquel libre directo de Platini que Arconada se tragó para dejarnos sin Eurocopa 84. Sin duda, el Parque de los Príncipes, como anteriormente Colombes, tiene un protagonismo muy especial en el historial del fútbol español.
Tarde apasionante por tanto la de este segundo viernes de agosto, pleno ferragosto. Un partidazo en toda regla con un oro más apetecible que en jamás de los jamases. Sería el segundo pelotazo del fútbol español en menos de un mes y si entonces nos causaba un gozo muy especial derrotar a Inglaterra, imaginemos qué alegrón sería que Francia hincase la rodilla en París. Bahamontes, Ocaña, Perico y, muy especialmente, Indurain y Nadal en nuestro imaginario. Ojalá ocurra.
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