La ciudad y los días
Carlos Colón
Unos mean en lata y no suena
Crónica personal
Este round lo han ganado Junts y PP, Puigdemont y Feijóo, aunque el gobierno solo negociaba con Junts porque no quiere saber nada del PP, no sea que le contamine. Ni teléfono, ni un tarjetón, ni mucho menos un café. Sin embargo, toda España sabe de qué iba, de qué va, este asunto, el del decreto ómnibus. PP y Junts pensaban exactamente lo mismo, y los dos habían anunciado exactamente lo mismo: si se llevaba al Congreso un decreto que incluía la subida de pensiones, las ayudas por la dana, la prórroga de los abonos en el transporte público, y el ingreso mínimo vital, tenían los votos de los dos partidos. Con ese anuncio de PP y Junts, Sánchez se encontraba en un callejón sin salida: inservible el argumento de que ni unos ni otros tenían sensibilidad social, que solo la izquierda se preocupaba de los asuntos que de verdad importan a los ciudadanos.
Pues resultaba que al menos PP y Junts sí son partidos solidarios, aunque se negaban a tener las tragaderas necesarias para aceptar los decretos dictados por socios del Gobierno. Ha habido freno y marcha atrás, como diría Jardiel Poncela. No por convicción de Sánchez, sino porque esta vez no midió bien sus cartas. No podía permitirse ni un fracaso parlamentario más, y además empezaban a calar los mensajes de PP y Junts: estaban a favor de las medidas sociales, pero de ninguna forma aceptaban la trampa de aprobar medidas imprescindibles dentro de un paquete que incluía las propuestas exigidas por los socios. El precio pactado para mantener su apoyo.
Junts ha negociado bien, hasta el último minuto, y además ha sacado a Sánchez el compromiso de que presentará una cuestión de confianza. Los compromisos de Sánchez suelen ser papel mojado, pero el hecho de aceptarlo inicialmente demuestra hasta qué punto se encontraba entre la espada y la pared. La cuestión de confianza es un riesgo. Si no la supera, se desencadena una moción de censura. Pero ese es otro capítulo, ahora tocaba el ómnibus y Sánchez lo saca adelante, para satisfacción del PP y Junts, que le ganaron el primer round, aunque queda combate.
Falta por aprobar los restantes decretos del ómnibus, fundamentalmente económicos, tributarios, fiscalidad de bancos y empresas. Importantes, pero la clave estaba en los que se aprobarán en pocos días. Lo que sorprende es que Sánchez no haya medido las consecuencias de negarse a llevar al Congreso los decretos de mayor relieve, cuando contaba con el apoyo explícito previo de PP y Junts. Ni una sola vez pusieron en riesgo los dos partidos su posición unitaria respecto al ómnibus: apoyarían las medidas sociales; a las otras, ni agua.
O Sánchez infravaloraba a los adversarios, lo cual es un error … o empieza a sentirse inseguro en el actual escenario político. Ya no es capaz de adivinar quién va en serio y quién va de farol.
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