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AUNQUE los hay en peor situación, el Ayuntamiento de Jerez es uno de los que deben hasta de callarse. De los tiempos de la euforia económica y las contrataciones de personal a barullo arrastra una deuda insoportable, que asciende a los 600 millones de euros, superior al de Sevilla, que gobierna a medio millón más de personas. Por vez primera se ha retrasado el abono de las nóminas de marzo. Del pago a proveedores y empresas mejor ni hablamos.
La alcaldesa, la socialista Pilar Sánchez, que ganó las elecciones para sorpresa de todos y frente a la animadversión de los jefes de su partido, cometió en mitad de su mandato un grave error: se enamoró de su escolta (éste no es el error) y lo sacó de la Policía Local para convertirlo en su jefe de gabinete (éste sí lo es). Hace días tuvo el gesto de hacerlo dimitir de un cargo que ni ética ni estéticamente le correspondía tener. Ayer completó el gesto con una medida más profunda y significativa desde el punto de vista político: anunció el cese de dieciocho de sus asesores, que son casi todos.
La pregunta es de cajón: ¿de verdad necesita la alcaldesa jerezana más de veinte asesores? No, como otros muchos alcaldes, que se rodean de colaboradores de confianza desposeyendo de responsabilidades a los funcionarios y, de paso, colocando gentes más que nada por su lealtad personal. Sea como fuere, el caso es que Pilar Sánchez se ha arrepentido, a un año del final de mandato, y ha desmantelado su equipo.
Lo ha hecho en el contexto de las medidas ideadas para sacar al Ayuntamiento de la ruina. Básicamente, se trata de reducir el gasto en actividades no obligatorias y revisar el capítulo de personal, que constituye la parte del león del gasto municipal, ya que la plantilla alcanza los 2.500 empleados. El coste anual de los asesores apenas supera el millón de euros. Pero el coste político de mantenerlos en la actual coyuntura es incalculable. Echarlos no va a ser la solución a la crisis financiera del Ayuntamiento, pero resulta un sacrificio necesario y un ejemplo para la ciudadanía. También para los sindicatos, que habían puesto este recorte en carne propia del entorno de la regidora como condición para negociar un ajuste en el conjunto de los trabajadores.
Otra lectura de los hechos es legítima. Sánchez, que tiene en contra a más de la mitad de sus concejales y el mismo viernes tuvo que reconsiderar la destitución de uno de ellos, trata de maniobrar para volver a ser la candidata en 2011. Ahora bien, eso responde a una ley básica, no escrita, de todo político: cuando se llega al poder el primer objetivo que uno se plantea es hacer lo posible y lo imposible para no perderlo. Ahorrar en asesores es una medida correcta.
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