Vía Augusta
Alberto Grimaldi
Bajo las piedras
¡Oh, Fabio!
Imagino que a estas alturas algún lumbrera ya habrá señalado los paralelismos entre Trump y Gog, el malvado multimillonario creado por Giovanni Papini (un escritor demasiado fuerte para estos tiempos de pescado en blanco). Gog-Trump es el monstruo, el gran capitalista sin escrúpulos, el duque de Alba con el que asustar a los niños malos. Biden expulsó a 271.484 inmigrantes en 2024 y no se quejó ninguno de los defensores de la democracia que ahora se rasgan las vestiduras en las tertulias de la patria. Sin embargo, Gog-Trump... Nuestra opinión más comprometida, más humanitaria y democrática, ha encontrado un auténtico chollo para no hablar de España. Lo diremos una vez más: parece que es Gog-Trump el que se humilla ante un delincuente y ha puesto en sus manos la gobernación del país, el que ha vendido el Sáhara a los marroquíes por razones aún no explicadas, el que amenaza a la prensa con el desparpajo de un gorila venezolano, el que miente sistemáticamente a los ciudadanos, el que acosa a los jueces, el que coloca a su señora, el que usa al Fiscal General para atacar a la presidenta de una comunidad autónoma, el del hermanísimo, el que ha resucitado odios históricos que parecían superados, el que quiere romper la solidaridad entre territorios, el gran blanqueador de los ex gudaris, el que bajo su mandato se produjo la tragedia de la valla de Melilla.
Es muy vieja la triquiñuela de fijar la atención en el exterior para evitar hablar del interior. Gog-Trump es hoy la guerra en Sebastopol, la Rusia culpable, las Malvinas irredentas, el mono de goma al que dirigir los golpes. Porque sale gratis y, al fin y al cabo, el rubio no reparte canonjías, ni subvenciones, ni publicidad institucional. No se entiende muy bien por qué los sindicatos de clase (B, añadiría yo) convocan por primera vez una manifestación contra la oposición por un asunto que ya es puro pasado. Lo fácil era hacerlo contra Gog-Trump. Incluso se podrían rescatar de los almacenes de los antiguos edificios de Sindicatos Verticales algunas de las pancartas de los años anti OTAN, cuando la Alianza Atlántica era lo que hoy Gog-Trump, el mal absoluto.
En España, solo Vox defiende a Gog-Trump. Y uno echa de menos a la derecha antiyanki del pasado. La que no perdonaba lo de Cuba y Filipinas. La que no le hacía la pelota a un líder evidentemente antihispano. La que caminaba por carreteras secundarias imperiales. Demasiado oportunismo el de Abascal. Casi tanto como el de los finos tertulianos de progreso o los sindicatos gamberos. Gog-Trump se ha convertido en la gran excusa para todos. Empezando por mesié.
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