Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Ramón Castro Thomas
Crónicas levantiscas
El acuerdo que el PSOE firmó a finales de julio sobre el concierto fiscal de Cataluña fue explicado por ERC, los socialistas y el Gobierno callaron durante un mes para que la visión de los independentistas sobre los papeles no fuera alterada por ningún tipo de matiz. Se les regaló el fondo, la forma y el valor añadido. El acuerdo que el PSOE firmó con Bildu para reformar la ley mordaza fue explicada por los herederos políticos de Batasuna, se dejó que quienes antes habían defendido las balas se mostrasen contentos de haber prohibido las bolas de goma.
Y la reforma de la ley orgánica para encajar las penas de los etarras en suelo francés en las condenas que cumplen en España no fue explicada por nadie, sino que la enmienda presentada por Sumar se dejó pasar sin que los de Yolanda Díaz dieran sus razones en la confianza de que el PP y Vox aún fueran más negligentes de lo que aparentan, tanto que sus disculpas posteriores por el error cometido son sospechosas de impostura porque el papel pasó por la ponencia, por la comisión de Justicia, por el pleno del Congreso y por la Mesa del Senado. La diputada del PP Ana Belén Vázquez lo explicó el lunes en Todo es mentira: claro que leyeron la enmienda, la rechazaron y, después, la admitieron en su conjunto.
Y, así de este modo, se llegó al pleno de inmigración del pasado miércoles, donde se debatió sobre la reforma de las penas a contramano en un bochornoso lodazal donde cada uno de los grupos implicados intentó salvar la cara con una sobreactuación indigna. A las falsedades pronunciadas por la ministra portavoz, Pilar Alegría, en la sala de prensa de Moncloa, se sumó como paradigma de este comportamiento nefando la actuación del portavoz del PP, Miguel Tellado, cuando sacó las fotografías de los socialistas asesinados por los etarras, algunos de ellos beneficiados cuando Aznar creyó posible un diálogo con ETA.
En cada una de sus decisiones más polémicas, el Gobierno ha entregado a otros la oportunidad de explicar, ha rehusado a hacer pedagogía, con lo que colabora a incrementar la sensación, para algunos la certeza, de que mantiene acuerdos inconfesables con Bildu sobre los beneficios penitenciarios a los presos de ETA y que promueve junto a los independentistas el salto hacia una España plurinacional que deje atrás el marco constitucional del 78 mediante una mutación de la Carta Magna. No puede culpar a nadie de propagar esta tesis si en cada una de estas notables oportunidades le ha dejado la palabra a quienes, en efecto, buscan la excarcelación de los etarras y la extinción de la España autonómica.
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