Enrique García-Máiquez

Los hechos probables

Su propio afán

21 de julio 2024 - 03:06

El trabajo sucio lo está haciendo un juez limpio. Peinado trata de determinar los hechos probados que demuestren en un juicio –la pituitaria no es suficiente– lo que nos olemos. Pinta feo lo de Begoña Gómez, señora del señor presidente del gobierno, hombre profundamente enamorado. Pero como pinte, no importa a efectos legales hasta que el juez no ponga el marco al cuadro. Lo ideal sería dejarle trabajar y con él al resto del sistema jurídico, incluidas las defensas. Y también al ministerio fiscal, que ¿de quién depende, eh? Ay, pues eso.

Yo confío en la justicia, pero, como decidí dejar las oposiciones a judicatura por la fantasía de ser poeta, no me resisto al ejercicio creativo de pensar los hechos probables. En mi versión novelada, Pedro Sánchez se ha encontrado con un lío descomunal donde menos se lo esperaba. Tiene que estar que trina. Tengamos en cuenta que es un hombre que ha hecho de todo para alcanzar y mantener precariamente el poder. Ha malbaratado su palabra en un sinfín de ocasiones y ha actuado como había prometido que no lo haría. Ahora la profundidad de su amor puede hundirle: las actividades económicas de su mujer le están poniendo en un brete bastante serio.

Es verdad que, amnistiando a los golpistas catalanes y borrando los EREs, manda un mensaje de impunidad, pero también es cierto que 1) esos tejemanejes llevan su tiempo, 2) que la justicia marca los suyos y que 3) él ha unido a su suerte a su mujer, más si cabe, tras la carta de amor y amago de dimisión. Contento no tiene que estar.

Mi versión narrativa considera más verosímil que Sánchez no tuviese ningún interés crematístico en las movidas de Begoña, sino que se limitase a hacer lo posible –el dato de que es un hombre profundamente enamorado no es baladí– para que estuviese distraída. Un presidente del gobierno echa muchas horas fuera de casa. Dejó que su influencia empujase a favor del éxito del legítimo deseo de su mujer de desarrollarse profesionalmente. Los caminos del feminismo son inescrutables y, a menudo, paradójicos. Y el amor es ciego.

Se ha encontrado con el embrollo y no ha podido o/y no ha querido –profundamente enamorado– desentenderse del problema de Begoña. De modo que, círculo vicioso, está apoyando con su posición de presidente la defensa de su mujer contra la sospecha de que ésta se apoyó en la posición de presidente de su marido. Hay aquí una pescadilla que se muerde la cola.

Lo último

stats