Hijos del cuerpo

Hasta para ir al baño estaban vigilados. Policías locales de Granada relatan con sonrojo las horas del registro practicado por otros agentes, de la Nacional, en su propia sede el pasado martes. La entrada de la Udef en los despachos de los mandos policiales de esta ciudad, que fueron tratados con la misma desconfianza que cualquier otro investigado, ha supuesto el reventón de todo lo que tapaba las vergüenzas a un cuerpo policial que se sostiene con muchos recursos públicos y que no ha dejado de ser una herramienta de batallas internas y políticas durante décadas, además de un lugar donde dar cobijo y pan a los afines o a sus hijos. Y todo ello con ramificaciones hacia otros municipios y sus propias estructuras policiales.

Es más frecuente de lo deseado que los ayuntamientos conviertan sus cuerpos de seguridad en instrumentos para la lucha política y de paso en una agencia de colocación para los cercanos al poder. En el caso de Granada y esa supuesta red de amaño de oposiciones, las responsabilidades están por dirimirse en el juzgado, pero hace muchos años que se observa la repetición de apellidos en procesos selectivos, con tribunales constituidos por agentes de uno y otro municipio. Se investiga aquello que popularmente se conoce como favores prestados y hasta pagados. Los policías saben quién es hijo de quien.

Al final, como suele pasar en estos casos, todo estalla por una disputa interna. Un denunciado por llevarse dinero del sindicato policial contraataca diciendo que sabe lo de las oposiciones amañadas, la jueza toma nota y abre otra causa. Por no hablar de esos personajes que siempre graban conversaciones y distribuyen los audios a conveniencia. Al estilo Villarejo, que debe de ser un clásico policial.

Los políticos locales tampoco suelen estar a la altura, bien porque les interesa tener mandos policiales afines, o porque prefieren eludir los problemas de quienes saben mucho y han adquirido un poder que va más allá del control del tráfico o la seguridad ciudadana.

Cada cuerpo de policía local de cada ayuntamiento es un mundo diferente, pero si hay algo que los define a todos es su relación directa con el poder local, lo que genera peligrosas relaciones de dependencia. Este escándalo en Granada sería una buena excusa para regular de otro modo determinados aspectos, como el acceso a la plantilla o la designación de mandos.