Hijos del Inca

¡Oh, Fabio!

28 de febrero 2025 - 03:05

Europa es una necesidad y un destino para España, pero si alguna vez me tuviese que tatuar un nombre en el pecho (algo que nunca sucederá) sería el de América, sin prefijos ni sufijos, como la llaman los toreros. Las Américas fueron el territorio donde se desplegó la nación española en estado puro, sin apenas tutelas de la lejana administración real, como defiende Rafael Sánchez Saus; una protonación que se había forjado con la repoblación y sus prácticas medievales democráticas, tan extrañas a la mentalidad germánica de los Habsburgo.

Una de las grandes debacles a las que hemos asistido en los últimos años es la voladura de los puentes entre España y América. No me refiero a ninguna nostalgia imperial. En el 92 parecía que habíamos llegado a una especie de consenso entre todos los países del mundo hispanófono, sin leyendas negras ni rosas. Eran los tiempos en que el escritor colombiano Álvaro Mutis se declaraba monárquico y los presidentes de las cumbres iberoamericanas se referían a Juan Carlos I como “nuestro Rey”. No había nada de sumisión en la expresión, sino de cariño y reencuentro entre unas naciones hermanas e iguales que se reconocían en un idioma y una historia común, por mucho que esta tuviese episodios odiosos que no había por qué ocultar. Los historiadores hacían su papel y los políticos el suyo. Pero desde la irrupción del chavismo en Venezuela algo cambió drásticamente. Por su parte, en contra surgieron algunas respuestas neoimperiales completamente fantasiosas y extemporáneas. Todo fue a más debido a la expansión del populismo por América y la recién elegida presidenta mexicana Claudia Sheinbaum llegó a vetar a Felipe VI en su toma de posesión con el absurdo argumento de que debía pedir perdón por los excesos coloniales.

Tal como está la situación, será muy difícil reconstruir los puentes. Tenemos populismo para rato. Por eso es importante que esta tarea recaiga en la sociedad civil de ambos lados del océano: las universidades, los gremios profesionales, las humanidades... Una buena iniciativa en este sentido es la que se desarrollará los próximos lunes y martes en Sanlúcar de Barrameda, donde, convocados por la aragonesa Fundación Giménez Abad se reunirán juristas, editores, escritores, profesores y periodistas para forjar lazos comunes. El escenario, ciudad de estirpe americana, no puede ser mejor. Y todos confiamos que la manzanilla colabore en el espíritu fraternal que debe existir entre ambos mundos, sin excluir las lógicas diferencias e intereses. Todos somos hijos del Inca Garcilaso, el gran mestizo en el que se resumió un mundo nuevo que no debemos dejar morir.

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