Con la venia
Fernando Santiago
Power to the people
El balcón
Al mensaje de Navidad del Rey le sacan punta con navaja trapera. Es fácil. Está obligado a hablar entre líneas, diagnosticar problemas, conectar con la opinión pública y dar recados sutiles. Pero no decide, no gobierna, aunque este discurso es una de sus pocas actuaciones independientes de la tutela del Gobierno. Un ejercicio de su papel constitucional de árbitro y moderador de las instituciones, en un cuarto de hora.
El resultado no es muy alentador. La extrema derecha se ha callado, molesta quizá por la petición de respeto a la dignidad de los inmigrantes. La extrema izquierda ha despotricado de oficio contra la monarquía. Los secesionistas catalanes amnistiados, pendientes del frente de resistencia judicial, siguen tirados al monte. Y los dos grandes partidos han hecho oídos sordos sobre la demanda clamorosa de serenidad ante la atronadora polarización de la vida política nacional.
Cuando el Rey sostiene que no se puede permitir que la discordia y ruido impidan escuchar a la ciudadanía, PP y PSOE piensan que quien traiciona el espíritu de diálogo de la Constitución es el otro: su encarnizado adversario es quien torpedea el bien común. Los hooligans de ambos contendientes no se dan por aludidos. Y los jefes, tampoco. Ayer en su balance del año, Feijóo dijo que Pedro Sánchez tiene un problema con la democracia y que España no tiene Gobierno. Tal para cual, Sánchez. Cuando se le preguntó si tenía alguna autocrítica, en su comparecencia del lunes, le hizo la autocrítica a la oposición. Para él vivimos en un tornado de crispación, alentado por una oposición destructiva.
Entretanto, el mensaje real ha sido menos oído que otras veces, con el segundo peor dato en más de treinta años. Ha tenido una audiencia media de casi seis millones de espectadores, muy lejos del récord de casi once millones de 2020. Curiosamente, aunque buena parte del discurso estaba dedicado a la catástrofe de la DANA, el seguimiento en Valencia fue uno de los más bajos de toda España; sólo Canarias, País Vasco y Cataluña, quedaron por detrás. La máxima audiencia se dio en Murcia, Castilla La Mancha, Madrid, Aragón y Castilla León, por delante de Andalucía, que fue sexta en seguimiento.
Quizá España tenga el mejor rey en siglos, pero también la peor clase política en muchas décadas. Los líderes llevan un año sin verse ni hablarse, más que a través de improperios en el Congreso. Una conversación presidida por navajas traperas.
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