El lanzador de cuchillos
Martín Domingo
¡Boom!
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SE le conoce como presidente de la patronal de hostelería Horeca y como propietario del restaurante San Antonio. Pero detrás del personaje hay una persona que se ha buscado la vida desde que era un niño, y que ha trabajado (a veces sin descanso) para salir adelante con su tenacidad y esfuerzo.
Antonio de María Ceballos (Cádiz, 1949) nació en la calle San Miguel, encima del Cine San Miguel y de los restos fenicios. Era una familia modesta, que vivía en dos habitaciones. Su padre, Antonio de Maria Mera trabajaba en el Bar Granada, famoso por su menudo. Su madre, Carmen Ceballos, procedía de Jerez, y llegó a Cádiz junto con la abuela materna de Antonio, que era de Grazalema y se había casado con el delegado de las máquinas de coser Sigma en Jerez. Al quedar viuda, se vino a Cádiz a coser. En la segunda planta vivían Antonio, sus cinco hermanos (eran cuatro niños y dos niñas) y los padres. Mientras que en la tercera vivía la abuela materna.
Primero estuvo en la escuela de la parroquia del Rosario, después pasó al colegio Mirandilla. Estudió el Bachiller, hasta cuarto, en el Instituto Columela. Cuando cumplió los 14 años su madre le buscó un trabajo en el Hotel Playa, donde empezó de botones.
Entonces cerraban a finales de septiembre. Por ello, siguió otro curso en el Columela. Pero en el verano del 64 lo pasaron a Recepción y ya no volvió al instituto. En el Hotel Playa estuvo cinco años, hasta 1968, cuando lo contrataron para el Hotel Atlántico cobrando el doble. Tenía 19 años.
Se había mudado con su familia al Cerro del Moro. La madre acudió Sindicatos a pedir un piso, sin que lo supiera el padre. Era el último día para el sorteo. Días después acudió un policía para notificarles que les había tocado. Se fueron a vivir a las Torres de Hércules, al bloque 8, piso 4º derecha. Habían pasado de las dos habitaciones de San Miguel a tres dormitorios, salón y cuarto de baño.
En el Cerro del Moro vivió experiencias duras. Lo peor es que muchos niños de los que jugaban murieron, en los años difíciles de la heroína. Salieron de allí activistas del GRAPO, entre ellos José María Sánchez Casas, que era vecino y vivía en la planta baja. Por otra parte, le quedó una vivencia traumática, cuando presenció el asesinato de un hombre, que al parecer estaba espiando a su cuñada desnuda. Fue sorprendido por el cuñado, que lo degolló. Salió a la calle gritando, y cayó muerto.
Aparte de las anécdotas, en el Cerro del Moro creció y vivió su primera juventud. Aquel piso ilusionó mucho a su madre, que quería una vivienda propia. Años después, Antonio de María se fue a vivir a la plaza de Jesús Nazareno, esquina a la calle de la Rosa.
Su experiencia profesional se consolidaría en la década de los 70. En el Hotel Atlántico estuvo desde 1968 hasta el derribo del antiguo edificio. Pero en 1970 abrió Isecotel, y Antonio Blázquez le hizo una oferta. En el Atlántico le dieron permiso para trabajar de 8 a 16 horas allí y de 16 a 24 horas en Isecotel. Algunos días sólo dormía tres o cuatro horas.
Antonio de María, cumplió el servicio militar en el RACA 15, donde coincidió con Antoñito Martín, por entonces joven autor de comparsas. En 1971 se convirtió en empresario del Hostal Norte (en la calle Manzanares, junto con un socio, Isaac Lo, un chino de Hong Kong que empezó a estudiar Medicina en Cádiz, pero lo dejó por fobia a la sangre.
En 1973 se casó con Iluminada Romero Gutiérrez. La boda se celebró en la iglesia de San Francisco. El matrimonio tiene dos hijas: Iluminada y María del Mar. La mayor vive en Torremolinos y la menor en Sevilla. Tiene tres nietas, llamadas Paula, Emma y Daniela.
Los negocios experimentaron un nuevo rumbo poco después de casarse. En 1974 abrió un restaurante chino en la plaza de San Antonio, junto a su socio Isaac. Posteriormente, colaboraron otros dos socios chinos: Shir Wen Shian y Wang Wuan Ñiu. Fueron años de gran actividad. En el Hostal Norte llegaron a dar 450 comidas en dos turnos, sobre todo a grupos de estudiantes. Con el hostal estuvieron hasta 1984. Sin embargo, optaron por centrarse en los restaurantes. En 1982 abrieron otro restaurante chino que estuvo en la Glorieta Ingeniero la Cierva, y dos años después abrieron un tercero en Algeciras, que cerró en 1987 a causa de las pérdidas.
Los 80 fueron años difíciles. Les perjudicó mucho el retraso en las obras del parking de San Antonio. Perdían 500.000 pesetas al mes y le robaron siete veces. Para colmo, junto al restaurante de la playa construyeron otro parking. Este restaurante sufrió un incendio el 21 de diciembre de 1995, en un desgraciado accidente en la cocina. Antonio aún tiene huellas de las lesiones que sufrió a causa del aceite hirviendo.
Este siniestro le causó unas circunstancias adversas. Se quedaron sólo con el restaurante de San Antonio. Es un local alquilado, ya que el propietario nunca se lo ha querido vender. Tiene cuatro siglos de historia. Fue oficina de negreros para las transacciones de los esclavos, entre otros usos. Antonio vive en un piso de ese edificio, que sí pudo adquirir.
Cuando se centró en el restaurante San Antonio, alcanzó un acuerdo con los socios chinos. Decidió dedicarlo a gastronomía gaditana, para lo que contrató como jefa de cocina a su esposa, Iluminada Romero, que tenía la boutique Shangrila. Se especializaron en la cocina de Cádiz, aunque mantiene una carta china.
La actividad de Antonio de María en la patronal de hostelería Horeca comenzó en 1982, cuando entró como consejero de hoteles. En 1988 fue elegido presidente de esta entidad que aglutina a los hosteleros de la provincia de Cádiz, un cargo para el que ha sido reelegido desde entonces. Asimismo es presidente de la asociación de la hostelería en Andalucía desde abril de 2014. Tiene la sede en Sevilla, por lo que hace frecuentes desplazamientos. También es vicepresidente primero de la Cámara de Comercio de Cádiz, y vicepresidente de la Confederación de Empresarios de Cádiz (CEC).
Es un gran defensor del turismo de Congresos, que considera vital para Cádiz. Pertenece a la Junta Rectora del Palacio de Congresos, que actualmente representa como independiente, aunque designado por el PP. De María no está afiliado a ningún partido, ni ha tenido responsabilidades políticas.
Desde Horeca ha denunciado las actuaciones ilegales y ha defendido la dignidad de los trabajadores y la viabilidad de las empresas. Quizá por su trabajo en el restaurante, no ha podido implicarse más en las fiestas. Nunca ha ido al concurso del Falla en el Carnaval, aunque recibió el premio al Malange, tras la denuncia por la competencia ilegal que hacían las peñas a los bares. En Semana Santa, sólo ha salido una vez como penitente, en la Santa Cena, a la que ayudó un año, afiliando a 130 trabajadores del Hotel Atlántico, cuando trabajaba allí.
No tiene prisas por jubilarse. Puede que entonces arregle el campo que está casi abandonado en Chiclana, y se vaya a pescar. O que se dedique a la investigación, que fue su gran afición en los tiempos que hacía radios. El tiempo libre le parecerá raro, porque ha entendido su profesión con un sentido del deber y se ha esforzado durante toda su vida. Con la ilusión y el mérito del chaval que empezó de botones y llegó a presidente de la hostelería andaluza.
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