Con la venia
Fernando Santiago
Power to the people
10 años Hoyo de Manzanares
Hace un tiempo 'observé' una viñeta del dibujante J.M. Nieto, en la que explícitamente con dos simples afirmaciones recogía las distintas fases que conlleva la muerte por España de un soldado. En sus bocadillos podía leerse "Morir por España tiene dos partes; primero mueres por España; después España discute por tu muerte” y nada más fiel a la realidad vivida. En un primer momento se produce el trágico fallecimiento de una manera honrada, casi obediente, como bien recoge el ceremonial del 'Homenaje a los Caídos', por una causa mayor tantas veces incomprendida para la mayoría de los ciudadanos.
Así constata "Los demandó el honor y obedecieron, los requirió el deber y lo acataron, con su sangre la empresa rubricaron, con su esfuerzo la Patria engrandecieron (...)”. La vocación de servir a los demás quiso que aquel día perdieran su vida con generosidad por un bien común, alcanzar un elevado grado de adiestramiento en pos de cumplir su misión, y nunca pensando que dejarían atrás. Durante estos años tan largos y duros hemos convivido con su ausencia reflejada en los rostros de sus esposas, hijas, padres, hermanos y compañeros de armas. Tantas y tantas veces he llegado a imaginar cómo sería la vida si esto no hubiera sucedido; soñado que Víctor sería hoy un feliz abuelo, Sergio vería con orgullo la graduación académica de su hija, Mario estaría ayudando los fines de semana en el taller de su familia, Javi y su hija disfrutarían haciendo piruetas en el skate-park que se inauguró en San Fernando en su memoria y Miguel A. se sentiría afortunado de ver a su hermana dejándose la piel en un hospital en la lucha contra la pandemia. Pero no, aquella mañana hace hoy 10 años el reloj de la vida se les paró fortuitamente siendo las 10:15 truncando planes futuros e inundando de infinita congoja las almas de todos los que día a día tratábamos de alguna manera con ellos. Por ende, ellos cinco fueron lo que nadie más quiso ser y cuando les llegó su hora puedo decir sin pudor, el inmenso orgullo que se siente el haberlos conocido como soldados que fueron.
No puedo recordar el funeral porque en aquellos momentos me encontraba en el trapecio de la vida funambulesca postrado en la UCI del Gómez Ulla, lo que sí puedo rememorar con el tiempo son los titulares de prensa de esa triste mañana "Este dolor lo comparten todos los españoles". Acudieron miembros del Gobierno, autoridades civiles y militares, inclusive S.A.R. el hoy S.M. el Rey Felipe VI, todos mostraron en ese momento su profundo dolor y respeto por los caídos; empatía y humanidad con los familiares allí presentes, lástima que a día de hoy no se pueda titular lo mismo.
Siempre se nos ha inculcado que “La muerte no es el final del camino que, aunque morimos no somos sino carne de un ciego destino”, reseña exacta a lo acaecido en estos 10 años. He aquí la segunda parte de 'Morir por España' que una vez muerto por “Ella” toca su derivada 'España discute tu muerte'. Es cierto que la muerte no es el final, es el principio del camino en el más allá de los que entregaron su vida, pero además es el inicio del calvario procesal y jurídico de sus familiares, y en este caso también de los heridos contra el mastodonte anacrónico y a veces opaco de la Justicia Militar y sus decisiones, si bien merece ésta una reforma en profundidad. Desafortunadamente el luto va unido a una travesía por el desierto, en la que el castillo de naipes creado con las cartas del honor, la lealtad o la bizarría se va desmoronado poco a poco a razón de la postura oficial respecto a lo acontecido.
Son muchas las batallas vividas en los tribunales y hoy cuando se cumplen diez años, nos encontramos con una parálisis vergonzante que no concuerda con los valores democráticos y constitucionales puestos en solfa últimamente, no obstante, al parecer dichos valores como pudieran ser el derecho a una tutela judicial efectiva no es de aplicación para según qué casos. Además, la celeridad judicial no es compatible con la instrucción de "aprovechar esta oportunidad única de incrementar el grado de adiestramiento utilizando el material inútil" entregado aquel día, orden ésta, que espero al inconsciente que se le ocurrió dictar no pueda dormir desde entonces.
Mención aparte merece en esta discusión con España, la orfandad tutelar a la que nos somete la que siempre fue nuestra 'Casa' y es aquí, donde él que mañana tras mañana formaba bajo los valores que representan mis queridas y añoradas Fuerzas Armadas, valores grabados en letras de bronce en una cornisa de un emblemático edificio al igual que en mi corazón, me siento profundamente apenado y defraudado con la actitud de aquellos que en su día, e inclusive a día de hoy, se han puesto de perfil a pesar de ostentar un puesto o mando relevante, autoridades que en ningún momento y como hubiera hecho un buen binomio dieran un paso al frente denunciando la realidad de lo sucedido, reconociendo los errores cometidos y empatizando con las víctimas de la tragedia, y que no sólo afecta a éstas por el suceso cruel, sino que mancha la imagen de nuestro respetado Ejército poniendo en duda la transparencia e imparcialidad en contra de un bien común. Como reza en nuestras Reales Ordenanzas, no debemos esperar el favor, pero tampoco temer la arbitrariedad, asunto éste último que me hace replantearme si verdaderamente la justicia es ciega como cuentan. Es sensato y justo reconocer también en honor a la verdad que la inmensa mayoría de nuestros compañeros de armas siempre han estado y estarán a nuestro lado.
Ya lo decía Calderón. “Aquí la necesidad no es infamia, y si es honrado, pobre y desnudo un soldado, tiene mejor cualidad que el mas galán y lucido: porque aquí a lo que sospecho no adorna el vestido al pecho, que el pecho adorna el vestido” y en algunos a pesar de llevar adornado el pecho, no es lo que más brilla, sino más bien es un reflejo de su inmovilismo y es por eso preferible, morir desnudo y soldado defendiendo lo que considero justo que vivir con un uniforme lúcido pero sucio en conciencia. La noble causa de buscar conocer la verdad y obtener la anhelada justicia no debe ser castigada y repudiada, sino entendida de tal manera y enfocada en mejorar los cauces y procedimientos para que situaciones como la vivida no vuelvan a producirse; al menos no repudiar ni estigmatizar a quien con mucho respeto, pundonor y mesura expresa sus sentimientos de inactividad y pasotismo de la administración ante hechos tan graves que deberían no repetirse nunca. En mi caso jamás me propuse escribir cartas como ésta, sino que la situación me ha empujado por no decir obligado a ello. Mis compañeros descansan en su lecho y disfrutan de una vida eterna en nuestros corazones, ya va siendo hora que discutir por la muerte no se convierta en la tónica habitual en estos casos. Sus familiares también merecen el descanso debido.
In Memoriam. Que la tierra os sea leve. El último que apague la luna.
Carta abierta por el Teniente de Infantería de Marina Pepe Candón, a la sazón uno de los heridos aquel día hace hoy 10 años.
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