Humor y panfleto en el Carnaval

21 de febrero 2025 - 03:04

Una de las novedades en el concurso del Carnaval de este año ha sido el regreso de José Guerrero El Yuyu, con su chirigota ‘Los James Bond que da gloria verlos’. Sin entrar en los detalles del concurso, que cuenta con prestigiosos comentaristas, me han parecido interesante sus declaraciones, publicadas en el Diario, en las que le dijo a Virginia León lo siguiente: “La crítica con humor es un arma dura y entra mejor que la crítica pura y dura”. Esta frase es cuasi filosófica. Merece una reflexión. Porque el Carnaval en los últimos años ha entrado en una senda en la que se puede perder su espíritu y su independencia. No se debería confundir la crítica, que es su esencia, con el panfleto, que es un arma política.

Todo es política, pensarán algunos. Bueno sí, pero hay formas diversas de entenderlo. El humor es una de las claves irrenunciables del Carnaval. El ejemplo que ponemos en el caso de la chirigota de El Yuyu es un pasodoble sobre la situación de las listas de espera en la Sanidad pública andaluza, tratado desde un punto de vista humorístico e irónico. Esta es la aportación que desde la chirigota hicieron autores como El Yuyu y El Selu, marcando un estilo. Aunque en la chirigota se puso de moda también el pasodoble crítico y serio, acomparsado.

El debate sobre las formas de la crítica en el Carnaval de Cádiz es antiguo. Se ha evolucionado bastante desde los tiempos en que las agrupaciones le cantaban un pasodoble a la reina de las Fiestas Típicas y los méritos de José León de Carranza. Con la democracia, desde finales de los 70, no había cortapisas para cantar lo que se considerase oportuno. Y los grandes autores de los primeros carnavales de la democracia, como Antonio Martín, Joaquín Quiñones, Enrique Villegas, Pedro Romero, o los letristas de chirigotas como las de Paco Rosado y Gómez, supieron poner las bases para la crítica, más o menos progresista, pero que no era panfletaria, ni partidista.

El panfleto llegó después, ya en el siglo XXI, cuando algunos intentaron contribuir a las campañas electorales. Intentos condenados al fracaso, porque se les veía el plumero de lejos. Desde el otro extremo, con la excusa de que se puede cantar sobre cualquier tema, se ha llegado a la degeneración de la chirigota negacionista de este año.

El Carnaval se debe autogestionar sin perder de vista lo que es. La fiesta de la libertad, que debe evitar todas las cadenas. Para mítines ya tenemos las campañas. Y, por supuesto, no se pueden perder el humor y la ironía. Porque si algún día se perdiera, el Carnaval estaría muerto.

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