Insulte más y mejor

Su propio afán

23 de febrero 2025 - 03:07

Schopenhauer, como todos los malajes, está sobrevalorado. Nunca me apeteció leer El arte de insultar, aunque empecé. Hoy reconozco que cualquier insulto de antaño alcanzaría el estatus de obra maestra comparado a lo que tenemos que padecer aquí.

Hablo de padecer en plural y conmigo no se mete prácticamente nadie. ¿Uso entonces un irrisorio mayestático? No, mi padecimiento es real al ver cómo se insulta a otros, incluso a los mismos a los que insulto yo. Cada vez abunda más el insulto físico, en plan, gordo, enano, bizco, sucio, sudoroso, diastémico, etc. Esto –que no me ha tocado a mí y se lo agradezco a mis elegantes contrincantes– lo sufro por partida cuádruple.

Si el debate no es intenso, por qué gritan así; y si el debate es intenso resulta peor. Yo estoy con aquel inglés que contestó al interlocutor ofuscado que le había arrojado a la cara un vaso de vino: “Esto, señor, es una digresión, todavía espero su argumento”. En una discusión honesta, hay que insultar al contrincante, claro, pero sólo caben tres insultos (con sus variantes expresivas). Llamar al otro equivocado o distraído o despistado o simple (que me lo llamaron ayer, y está bien dicho). O, si se le ha explicado bien y no lo capta, entonces puedes decirle torpe, tonto u obtuso. Y si lo ha entendido, pero sigue defendiendo la mentira o la injusticia, puedes llamarlo malo, hipócrita o cínico. Si media una condena firme, debes recordarle su tipo penal. Salirse de ahí, es escabullirse.

En segundo lugar sufro por mí. Aún no estoy calvo, pero, por todo lo demás, menos por flaco, se me puede despreciar sistemáticamente. De modo que, si alguien se mete con Pam por redondita, yo, que no tengo nada que ver ni con sus ideas ni con sus actitudes, acabo sintiéndome aludido y de algún modo, ay, solidario (que es lo grave).

También sufro por el que insulta ¿No ve el tremendo ridículo que hace? ¿No tiene él ningún defecto? ¿Es un Adonis? ¿O una Venus, si pertenece al bello sexo? Por último, por quien más lo siento es por los que jalean y celebran los insultos físicos o sociales. Seguro que bastantes aplauden como zascas brillantísimos los que perfectamente se les podían aplicar a ellos. Hay un desprecio, o voluntario o subconsciente, a los oyentes cuando se le ofrecen diversiones tan burdas y reversibles.

En resumen, que si este artículo no le parece bien, llámeme tonto (incluso del bote), pero gordo o viejo ¿para qué?

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