
Monticello
Víctor J. Vázquez
Una amnesia no sólo cristiana
La esquina
La izquierda radical en España no tiene remedio. Cada división en su seno se produce más rápidamente que la anterior y genera más proyectos de reconstrucción impotentes y condenados al fracaso. Hasta que no se autodestruyan todos sus elementos no van a parar. De retroceso en retroceso hasta la derrota final.
Última hora: Podemos abandonó la coalición electoral tras las elecciones generales de 2023 cuando su líder, Yolanda Díaz, relegó en las listas electorales a la ex ministra Irene Montero –la mujer del hombre que la había ungido a ella (a Yolanda) como candidata y jefa del proyecto– y la descartó como nueva ministra. Ahora Podemos lanza otro llamamiento a la unidad de las izquierdas y adelanta que la aspirante a presidir la criatura renacida y a presidir el Gobierno será... Irene Montero. A Yolanda le dicen que se vaya al PSOE.
Parece un enredo familiar y en alguna medida lo es. La única persona que sigue decidiendo dentro de Podemos es Pablo Iglesias. Ha escrito un libro para ajustar cuentas con Yolanda Díaz eludiendo el detalle de que fue él mismo quien la designó digitalmente como su sucesora cuando dio la espantada de la Vicepresidencia del Gobierno con un pretexto (frenar a Díaz Ayuso en Madrid, vaya tela) y un reconocimiento: que es más fácil predicar la revolución de mañana que trabajar hoy mejorando las cosas poco a poco con presupuestos limitados, un aburrimiento.
Ione Belarra, obediente en su condición de coordinadora general de Podemos puramente nominal, ha “mandado” a Montero ponerse al frente de la hipotética –más bien imposible– candidatura de izquierdas, sin esperar a unas primarias internas ni a una negociación con las otras fuerzas afines (la propia Sumar yolandista o la racional Izquierda Unida).
De este modo, al dictado del pequeño maquiavélico fundador de Podemos que lo controla tras haberse cargado a todos los cofundadores, la familiar cúpula podemita dinamita cualquier posibilidad de recoger y concentrar los restos del naufragio populista. En las últimas elecciones generales la coalición de la izquierda radical –tan conveniente en una sociedad con tantas desigualdades– obtuvo 31 escaños en el Congreso. Un 12,33% de los votos. Todas las encuestas actuales (menos la de Tezanos, que es propaganda) les atribuyen poco más del 5% a Sumar y poco más del 3% a Podemos. Vox supera el 14%.
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