Enrique García-Máiquez

Joker

Su propio afán

12 de octubre 2024 - 03:05

Ya escribí mi lamento por el error de Vox y del PP, votando a favor de la ley que permitirá a Txapote y 43 compañeros martirizadores salir de prisión antes de tiempo. Pero temo que hay que escribir, sobre todo, de Sánchez, porque no fue sólo un error, sino una trampa. Analicémosla antes de que al tahúr se lo lleve la marea de su corrupción. El tío es tan letal que sólo él mismo va a acabar con él.

No voy a ponderarle ninguna virtud socrática, sino su trampuchería, de la que es el número uno, el joker. Obsérvese que, con sus pactos, no necesitaba los votos del PP y de Vox, pero los buscó con una mala idea superlativa.

Ante todo, enardece a los suyos, que tenían un resto de vergüenza por humillarse ante Txapote. Con esto, diluye su deshonor, que, en su caso, se diluye fácil. Para algunos, que nuestros líderes fuesen truhanes sería una vergüenza, pero hay que reconocer que en el mundo priman los que piensan que la inteligencia es la capacidad de engañar al prójimo. Por razones palmarias, entre los votantes socialistas abundan.

No se queda ahí. Al colarles el voto al PP y a Vox, les ha bloqueado las críticas por bochorno sobrevenido. Como cuando le hacen a uno el timo de la estampita y le da vergüenza denunciar en comisaría. Sánchez ha desactivado la bomba de Txapote. En tercer lugar, a todo autócrata le interesa que no quede en pie más poder que el suyo y aquí ha erosionado el Poder Legislativo, que sale muy desprestigiado del lance. Los diputados, ¿leen o no leen lo que votan? Después, inspira en sus opositores, como excusa, el argumento de que votar en contra «no servía de nada», porque ya tiene la mayoría parlamentaria, con lo que consigue: uno, un reconocimiento de su mando en plaza y, dos, deslegitimar el inmenso valor de la resistencia moral. Además, propicia argumentos justificativos a favor de su ley, porque «Europa pedía que se compensasen las penas y tal».

Y añade un daño a Vox. La oposición frontal a ETA es uno de los denominadores comunes en un electorado con vivos debates internos (Ucrania, vacunas, Israel, millenials enfurecidos, etc.), que son naturales en una formación que se enfrenta al statu quo, pero que, por eso mismo, ha de cuidar con mimo sus unanimidades.

A Sánchez se lo llevará su hybris de engaño y ambición, pero, mientras tanto, escribe páginas que remozan la tradición de la picaresca española; y nosotros debemos hacer bien la evaluación de daños.

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