yo te digo mi verdad
Manuel Muñoz Fossati
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Pocas cosas nos sorprenden de la política a estas alturas de la película, acaso que quienes ostentan posiciones de poder pierdan la vergüenza y se crean impunes cuando permiten o pegan mordidas, aceptan o entregan dádivas y se consideran impunes. El poder es una bebida de alta graduación que confunde en demasiadas ocasiones, pero no es el caso que nos ocupa. Mi Juan (Espadas) recibió escaso afecto de la cúpula de su partido en el congreso socialista del pasado fin de semana, una suerte de Magna de Ferraz. El secretario de Organización, Santos Cerdán, el tipo que se entrevista en nombre del Gobierno con el delincuente, prófugo y cobardón de Puigdemont, lo aplaudió con menos entusiasmo que un español en el campeonato del mundo de saltos de esquí. No hubo menciones a su futuro como secretario general de los socialistas andaluces. Los altos mandos fueron rácanos con mi Juan en su tierra. Sacrificó nada menos que la Alcaldía de Sevilla para echarse al ruedo autonómico tras el susanato que perdió San Telmo. Era muy previsible que el alcalde de Sevilla no triunfara en ese objetivo. No era mi Juan de Almería a Huelva, sino el ex alcalde de Sevilla. Y eso se paga en una tierra que se dejó el fervor autonómico en 1977 y en la que dirigentes irresponsables de todos los colores políticos han sembrado la discordia entre provincias hermanas para obtener beneficios a corto plazo. A mi Juan le buscan sucesores. No es fácil. El elegido tendrá que asumir una primera derrota si las cosas permanecen tal cual están ahora, una suerte de cláusula rebus sic stantibus. Suenan María Jesús Montero, que se achicharra con el asunto de la financiación privilegiada para Cataluña por mucho que no se termine aprobando, y otros nombres conocidos en su casa a la hora de comer. No es fácil para el PSOE andaluz pulsar la tecla F5. Por un lado, vendría muy bien alguien nuevo, pero eso requiere tiempo en una política que ya vemos cómo consume a velocidad de vértigo episodios, polémicas y casos judiciales. Por eso hay quienes defienden que un perfil femenino como el de Montero sería más efectivo para, al menos, sacar al partido de la situación de pinchazo en la que se encuentra. Pero eso exige de partida un argumentario de defensa nada recomendable cuando se trata de fiscalizar y erosionar al Gobierno andaluz. En cualquier caso, cuanto vimos en el Palacio de Congresos y Exposiciones fue revelador de la ingratitud de la política. En la Moncloa tienen claros los criterios de los pañuelitos de papel: usar y tirar. Y no se esconden, no disimulan, no guardan recato alguno. Mi Juan soportó en la oposición al alcalde de Sevilla más votado en la historia de la democracia. Y en cuatro años fue él quien conquistó el bastón de mando. Ahora tiene que soportar al propio sanchismo. Lleva demasiado tiempo a contra estilo. Su tiempo natural era el felipismo.
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