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Pedro Sánchez es el amo de la pista, hasta sus enemigos lo deben saber, aprendió como nadie que hay liebres irresistibles a las pasiones humanas y que, tan pronto como las deje escapar, habrá toda una legión que corra detrás del roedor con el convencimiento de que, si la atrapan, el domador habrá muerto. Cuántas muertes lleva el Perro, y ya ha gobernado más años que Mariano Rajoy.
La última liebre se llama Franco y esa conmemoración de los 50 años de libertad que ignora que a la muerte del dictador le siguió medio año más de gobierno franquista y casi otro entero de una balbuceante democracia, pero los alegres cazadores forman todo un regimiento voluntarioso, de entre los que destaca Isabel Díaz Ayuso, la capitana, que acusó al presidente del Gobierno de querer meterle fuego a las calles. Ella sabrá a qué calles y qué barrios se refiere.
Ha sido todo tan previsible que uno se pregunta por qué los enemigos de Pedro Sánchez no hacen un esfuerzo mayor por conocer la mente de su contrincante o por leer más a Marco Aurelio para aprender a contenerse porque esta legislatura no está hecha para gente impaciente. Puigdemont, qué cruz, sigue mandando desde Bruselas.
Todo muy previsible, sí, menos que Juanma Moreno se haya declarado partícipe de lo que él ha llamado el cincuentenario del fin de la dictadura. Fue el martes pasado durante la entrega de unos premios que José Antonio Nieto se ha inventado para reconocer a los buenos juristas y a los profesionales del Derecho, y que se inauguró con un merecido galardón a Miquel Roca y Miguel Herrero de Miñón, los dos únicos padres de la Constitución que quedan vivos. Fue allí, en el salón de los Espejos de San Telmo, donde Moreno quiso acordarse del último artefacto de Pedro Sánchez para reclamar consenso en las conmemoraciones de la muerte del dictador.
Sabíamos que Juanma Moreno era andalucista, felipista, guerrista, medio socialdemócrata, ecologista y ahora antifranquista del bando sanchista, todo sea por abarcar más frecuencias del espectro electoral y de marcar diferencias con Isabel Díaz Ayuso, su competidora por el liderazgo del PP. Nos falta que abrace la cultura queer y plus que la feministas carcas del PSOE han eliminado de su ideario en el último congreso federal. Menos en el asunto de los impuestos, Moreno es hijo de la revolución.
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