La esquina
José Aguilar
Jugada con los pensionistas
La esquina
La jugada salió sólo regular. Se trataba de convertir una derrota parlamentaria más en victoria política y propagandística. El Gobierno abusó otra vez del decreto ley pretendiendo colar en el Congreso un bloque de ochenta medidas heterogéneas con el cebo de la subida de las pensiones, el bono transporte y las ayudas por la dana. Un trágala propio de las mayorías absolutas.
Ocurre que para armar esa mayoría necesita los siete votos que maneja el prófugo de Waterloo, perfectamente imprevisible con su mando a distancia. Como Puigdemont le falló de nuevo, alguien –adivinen quién– se dijo “Hemos perdido la votación, ganemos el relato”. Pensado y hecho: de que el decreto ómnibus descarrilase no tuvo la culpa la derecha secesionista amiga, sino la derecha conservadora que saca más votos y escaños que nosotros pese a su evidente maldad.
¿Qué hacer? Lo primero, propagar hasta la saciedad el bulo de que el Partido Popular ponía en peligro las pensiones de doce millones de españoles al negarse a aprobar el batiburrillo del decreto. Segundo, sacralizar el texto legal exigiendo su aprobación en bloque, precisamente para ocultar que Feijóo sí era partidario de revalorizar las pensiones y otras medidas sociales pero no de otros aspectos del trágala gubernamental. Y tercero, acudir al poder en el exilio a preguntarle qué quiere ahora y reabrir las negociaciones, con el inevitable Zapatero como hombre bueno.
Reconozco el éxito del Gobierno en este apartado. Junts ha acabado prometiendo su voto al decreto y abriendo la puerta a los Presupuestos del Estado, y el Gobierno “sólo” le ha concedido tramitar la cuestión de confianza sin comprometerse a plantearla y compartir el control de las fronteras catalanas con los Mossos. Dos nuevas líneas rojas que se disponen a ser cruzadas. Sánchez necesita a Puigdemont tanto como Puigdemont a Sánchez.
Lo malo es que este desenlace ha estropeado el objetivo prioritario de enemistar al PP con los jubilados (votan muy mayoritariamente a PP y PSOE, por este orden), ya que el Gobierno ha tenido que trocear el decreto reduciendo las 80 medidas a 29. Como le pedía Feijóo. Es imposible, decían los ministros la misma mañana en que se hizo posible porque lo exigía Junts. Y encima el dubitativo Feijóo también lo votará.
Una pena de jugada mal rematada, pero que puede salir bien a futuro.El ministro Bolaños ha visto rebrotar el cariño con Junts.
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