El lanzador de cuchillos
Martín Domingo
¡Boom!
La esquina
El Gobierno de coalición ha perdido 35 votaciones en el Congreso en lo poco que va de legislatura. Algunas las propician sus socios de investidura más serios y responsables, como el PNV la semana pasada. Otras, como Junts esta semana (contra la regulación de los alquileres de temporada), huelen que apestan a choteo y humillación.
Los siete de Puigdemont se regodean en su condición de chantajistas mayores del Reino –aún no hay República– un día sí y otro también. Desde el principio: tumbaron la primera ley de amnistía que se había pactado con ellos porque dejaba algún cabo suelto para la liberación del mártir del maletero y vetaron la senda financiera que habría abierto paso a los Presupuestos de 2025, el principal instrumento de la política gubernamental.
Suma y sigue. Esta misma semana avisaron minutos antes de que no iban a abstenerse como prometían sino que votarían en contra de limitar los precios del alquiler de pisos, derrotando, junto a PP y Vox, al Ejecutivo. Dejaron aposta en ridículo a Pedro Sánchez, que había acudido al hemiciclo sólo y expresamente para votar (cada voto es imprescindible cuando se carece de mayoría firme). Así se las gastan.
¿Por qué? Aparte de por su naturaleza de partido gamberro, iluminado y antisistema –intentaron un golpe de Estado, y eso no se olvida por mucha amnistía que se les conceda–, porque Carles Puigdemont está frustradísimo tras ver a Salvador Illa en el lugar que la Historia reservaba para él y porque los malditos jueces no le aplican la amnistía que se pensó, se negoció y se aprobó para Su Honorable Persona, sin que Sánchez haga nada por meterlos en vereda. Digo yo, ¿qué más puede hacer? Si hasta ha renunciado a los principios tradicionales de la socialdemocracia sobre igualdad y solidaridad y ha pasado del federalismo al Estado confederal sin despeinarse...
En realidad, a Sánchez le ayudan más últimamente sus adversarios despendolados que sus amigos interesados. Comparen el trato de Junts al Gobierno menguante con las declaraciones estruendosas de González Pons sobre la crisis de Venezuela o la visita de aprendizaje de Feijóo a Giorgia Meloni (querida Georgia) con la inmigración como materia de estudio. Unos lo chulean y otros le hacen parecer centrado y moderado.
Unos y otros hacen posible que el presidente con menos mayoría de la democracia española sea el que más poder personal ha acumulado. Un misterio.
¿Hay Gobierno para largo? Mañana.
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