Enrique / García-Máiquez

El kilómetro sentimental

Su propio afán

29 de marzo 2016 - 01:00

EL atentado islamista de Lahore, en Pakistán, ha levantado un pequeño pero intenso coro de indignación por la menor cobertura mediática que los de Bruselas. Eso nos lleva a la espinosa cuestión del kilómetro sentimental. Hace tiempo nos lo definió Cristian Campos: "Es algo que se aprende la primera semana del primer trimestre del primer curso de periodismo. El interés por un hecho cualquiera es inversamente proporcional a la distancia que nos separa de la víctima. A mayor distancia, menor interés".

Así es; y, en estos casos, recuerdo el error de aquellos versos de Serrat: "Nunca es triste la verdad,/ lo que no tiene es remedio". La verdad resulta, con frecuencia, tristísima, pero puede cambiarse. Remediemos, pues, el kilómetro, sin negarlo.

Nos echa otra mano -como suele- Cristian Campos, que añade a su definición: "Esa distancia puede ser geográfica, pero también cultural. Yo, blanco, barcelonés, ateo, clase media y periodista, tengo más en común con un tipo cualquiera de Nueva York que con un marroquí de Rabat". Me temo que Campos nos ha metido -como suele- el dedo en la llaga. Los atentados de Bruselas nos atañen directamente como europeos, como occidentales. Los de Lahore deben hacerlo como cristianos, a los que lo seamos. Los terroristas de Jamaat ul Ahrar han sido bastante explícitos: "Reclamamos la responsabilidad por el ataque contra los cristianos que celebraban la Pascua". Si unos atentados nos afectan más que otros, es que unas condiciones nuestras nos pesan más que otras.

Culpar a los medios es una manera de escurrir el bulto o de reconocer que nuestro sistema moral es mimético y depende del ambiente. Si nuestras sociedades y nuestros medios son, como poco, aconfesionales y eurocéntricos, hemos de entender que para ellos el kilometraje sentimental arranque en Bruselas. Católico, en cambio, significa universal. Los cristianos europeos tenemos que sentirnos tan interpelados por Pakistán como por Bélgica.

Tanto como para conmover (nosotros sí estamos cerca) a nuestros vecinos con nuestro duelo y para explicar después que, si no se entiende que el objetivo del islamismo es la cristiandad en todas sus formas, desde las más creyentes a las secularizadas, pasando por las culturales e históricas, no se entiende nada. Acusar nubla el análisis y lastra la pedagogía. Sólo hay que recordar que el kilómetro sentimental debería ser un kilómetro cero: porque lo es.

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