La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
DE POCO UN TODO
IMAGÍNENSE indignándose por la subida del IVA o del IRPF. Quiero decir, recuérdense indignados e imagínense anunciando a bombo y platillo que esas leyes a ustedes, plin; que ni majaras las piensan cumplir. Según como sea su imaginación, les puede dar o el estupor o la risa. No cabe postura más antidemocrática ni absurda, ¿verdad? Pues es la que está tomando la Generalidad con respecto al borrador de la Ley Wert de educación.
Para mayor surrealismo, la Generalitat es un órgano del Estado, y uno que impone sus leyes sobre todos los ciudadanos bajo su Administración, y que les obliga a cumplirlas, gusten o no. La incoherencia es colosal.
Pero no acaben ustedes de rasgarse las vestiduras, que queda mucha tela que cortar. ¿Qué hace la Ley Wert? Trata de garantizar la libertad de los padres de elegir la lengua vehicular de la educación de sus hijos, como exigen todas las normas internacionales y el sentido común. La lengua en cuestión es, además, la oficial del Estado. O sea, que tanto llamamiento a echarse al monte es por una ley que reconoce un derecho básico y que garantiza un ámbito de libertad.
Pero no terminen de enfadarse aún, porque Wert no impone a la educación pública catalana la escolarización en español, como es su deber (de Ignacio Wert y de la educación pública), sino que les propone una salida: si ellos no quieren cumplir la ley, que financien la educación en un colegio privado. Volvamos al supuesto del inicio, y pensemos que el Gobierno nos permitiese, si nos negamos a pagar impuestos, dar el dinero más o menos equivalente a alguna ONG. Resultaría realmente extravagante.
Mas ahorren indignación, porque el Ejecutivo, achantado como suele, ya va diciendo que es sólo un borrador y que irán cambiando cosas. Del Gobierno, lo mejor son sus proyectos. Lo más limpio, sus borradores. Éste, sin ir más lejos; o el de Gallardón de poner algo de coto al aborto, que se le duerme entre los brazos con tanta tasa como se trae entre manos; o el de ayuda a los emprendedores, que está siendo el proyecto menos emprendedor del mundo.
De remate, también se protesta airadamente de que el Gobierno confirme y consolide la legalidad de los conciertos a la educación diferenciada. Hay que volver a recordar que ésta no será obligatoria para nadie en ningún caso, sino una opción para los padres que la deseen. Padres que pagan impuestos y que sin concierto no podrán permitirse la educación que quieren. Qué miedo más atroz a la libertad cunde por todas las esquinas de España. Más éxito que la celebración de la Constitución de Cádiz tendría aquí el Bicentenario del "Vivan las caenas".
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