El lanzador de cuchillos
Martín Domingo
¡Boom!
Su propio afán
NO recuerdo si alguna vez he alabado la inteligencia de Pablo Iglesias, aunque yo apostaría que no. A fin de cuentas, él va por ahí convencido de una ideología que ha supuesto pobreza y opresión donde se ha puesto en práctica.
Pero si finalmente consigue, como tímidamente ha dejado caer, que sus afiliados le autoricen a permitir un gobierno del PSOE y Ciudadanos con la excusa de echar al PP, de evitar nuevas elecciones y de alguna otra concesión pinturera, yo me quitaré el sombrero. Le reconoceré el instinto político del discípulo de Maquiavelo y de Tyron Lannister que él se cree y que yo aún no le veo.
Se evitaría unas elecciones que le van a caer en el peor momento: con Errejón noqueado (por él), con las Mareas en bajamar y con las confluencias refluyendo. Las encuestas le vienen de capa caída. Si deja gobernar al tándem, se ahorra el trago electoral.
También podría convencer a Sánchez de desembarazarse de C's y de gobernar por la izquierda, sí, pero la mayoría de las derrotas vienen por querer adelantar la hora de las victorias, dijo alguien. Si Iglesias tuviese la paciencia de dejar correr a Sánchez, tan empeñado, el PSOE se pasaría de frenada y caería al precipicio por su peso. Los recortes del PP, que le han costado su popularidad, no han sido suficientes. El próximo gobierno tendrá que sacar la tijera de podar, no la de corte y confección de Montoro. Esos recortes engordarán el caladero de indignados, donde Podemos se pondrá hasta las botas de votos si no forma parte del gobierno que recorte. Y recortar habrá que recortar porque Europa (véase Grecia) no se anda con bromas.
¿Y si la política de Sánchez es un éxito, qué? Se lo apuntará Rivera. Sánchez, tan voluntarista, ha dejado claro que prefiere el pacto de izquierdas, de modo que, si no gobierna a la valenciana, ese mérito contará como de Ciudadanos. Pablo puede hacer como un judoka y aprovechar la fuerza (de voluntad) del contrario para, con el impulso que trae, revolearlo y quitárselo de en medio. En tres meses se habrá hecho con la oposición de izquierdas y culminará el famoso sorpasso al PSOE.
Lo difícil está en que sus bases le den permiso. Si lo consigue, se habrá quitado de encima, ¡encima!, la responsabilidad del paso atrás. Y podrá frotarse las manos, y esperar en el mullido sillón del congreso. No creo que lo intente, porque nunca he apostado por su inteligencia, pero ésa es la llave (de judo).
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