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Notas al margen
David Fernández
Llanto por la falta de viviendas
Notas al margen
ES curioso, pero cuanto más se repite que se dispara el precio de la vivienda, más sube. Las familias humildes casi no pueden alquilar, y para las de clase media comprarse una vivienda es un lujo. Si la mayoría de ayuntamientos dispone de suelo de sobra y la financiación no es un problema, ¿qué nos falta? Voluntad política. Antaño los alcaldes se pasaban el día con el casco de obra recorriendo las promociones de su parque público para presumir de gestión: “Junto a las viviendas irá un espacio verde y enfrente un colegio”. Algunos parecían comerciales de una inmobiliaria. Pero algo se rompió en su interior tras el crack de 2008, y ahora dedican más tiempo a una verbena que a despachar los problemas más serios. Ya apenas se construyen viviendas protegidas. Para darle la vuelta a la situación se necesitaría un pacto de Estado que fuese más allá de anunciar miles de viviendas a bombo y platillo. Los gobernantes tendrían que aclarar cuánto dinero invertirán y de dónde, para ser creíbles. La oferta es infinitamente inferior a la demanda. Conste que la nueva ley del suelo andaluza parece estupenda, pero las tramitaciones son interminables. La iniciativa privada, como es lógico, no da un paso si no está garantizada su rentabilidad. Y las instituciones públicas, para competir en el mercado, tendrían que apostar por la promoción pública de viviendas con todas sus posibilidades: en venta, alquiler, con acceso diferido a la propiedad... Diseñar una campaña contra los pisos turísticos, situar en el punto de mira al capital extranjero y señalar a la Golden Visa como la madre de todos nuestros males no soluciona la falta de vivienda. Ni siquiera con los okupas se sabe qué hacer. Lo que lleva a muchos españolitos, que tienen una segunda hipoteca que copagan con el alquiler, a cogerle pavor ante la indefensión y a alquilar sólo a los turistas. En el fondo piensan que con su esfuerzo pagan una fiesta a la que no han sido invitados.
Ni las tres administraciones juntas podrían construir los pisos que se necesitan hoy, por eso es vital la colaboración con la iniciativa privada, por ejemplo, cediendo suelo a los promotores a coste cero, pero con condiciones. Esta fórmula rebaja los precios y permite al empresario recuperar la inversión y obtener ganancias, hasta que al tiempo el suelo vuelve a titularidad pública. PSOE y PP tendrían que acordar otro punto: ¿hay que regular los beneficios que deja la vivienda protegida cuando entra en el mercado libre al cabo de los años? ¿Hasta qué punto? La escasa oferta empujará los precios hasta el infinito mientras se deciden, y para solucionarlo se necesita valentía. Algo falla cuando un país no logra ofrecer el acceso a una vivienda a amplios sectores, empezando por los jóvenes. No se puede trasladar al contribuyente raso que es más fácil acceder a un piso dándole una patada a la puerta que trabajando duro y cumpliendo con sus obligaciones.
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