Mariló / Montero

La luz de Gennet

Por montera

11 de abril 2015 - 01:00

GENNET Corcuera es una mujer que nació hace 34 años en Etiopía. Desconoce de qué manera llegó al orfanato de Addis Abeba donde pasó sus siete primeros años de vida y en el que Carmen Corcuera la adoptó. Gennet no recuerda, tampoco, ni la luz, ni el olor, ni el sonido. Porque a los dos años una infección la dejó sordociega y sin sentido del olfato. El tacto es el único cordón que la mantiene entrelazada a este mundo. Yo me atrevo a decir que el tacto es la cuerda y que el amor de la madre fue el nudo. Es el nudo, en presente, aunque Carmen ya no esté; murió. Gennet la haría sentir orgullosa.

Tiene malos recuerdos, como que en el orfanato permanecía horas y horas sola, sin que nadie la tocara, sin saber si los demás se habían marchado definitivamente. Cuenta que a veces los otros niños le arrojaban arroz. Y cuánto callará...

Pero se queda con lo bueno, y sonríe, y hasta ríe. Dice que no sabe cómo explicarlo, pero que percibe cuándo hay luz y cuándo es de día. En la ONCE le enseñaron el lenguaje de signos y además le han facilitado las herramientas necesarias para sus estudios. Y es que después de mucho esfuerzo, de un esfuerzo sin amaneceres, Gennet Corcuera llegó a ser licenciada en Magisterio en Educación Especial, la primera persona sordociega en conseguirlo en España. Y ahora está a punto de empezar a trabajar. Su madre, insisto, estaría orgullosa de ella.

Estudia, cocina -le gustan los bizcochos-, lava, plancha... se despierta con un reloj que vibra y que coloca debajo de su almohada. Ese movimiento es el que la trae desde sus sueños a este lado de la realidad, donde le esperan más retos, más sensaciones, más palabras traducidas. Sale con sus amigos, viaja, se ilusiona, suele ser cariñosa pero también se enfada, sufre los golpes de la contrariedad cuando no consigue lo que quiere, es coqueta, le gustan las faldas e ir conjuntada... Es decir, vive.

Gennet se comunica usando el lenguaje de signos apoyado, empleando las manos, sólo el tacto. Por eso yo querría decirle que sus manos son una biblioteca de sentimientos. O un corazón con diez dedos. Me limitaré a expresar una honda admiración por esta mujer que ha traspasado las barreras de la ceguera y del silencio En España existen dieciocho mil personas afectadas por la sordoceguera, y ella ha sabido abrirles un camino. Paradójicamente, se ha convertido en una luz para muchos. Gennet, quién fuera aire, aunque sólo fuera para abrazarse a usted.

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