La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
La tribuna
LOS resultados de PISA en matemáticas referidos a España han sido los más bajos de las áreas evaluadas. El tono general es de mediocridad y de estancamiento, pues apenas si nos movemos con respecto a los datos que se obtuvieron en la primera aplicación de este Programa. ¿Qué pasa? ¿Estamos los españoles, y especialmente los andaluces, incapacitados para el aprendizaje de algo tan necesario como la adquisición y aplicación de los conceptos matemáticos? Sinceramente no. Si bien en Primaria hemos comprobado que el cambio en la metodología que se usa depara una clara elevación de los rendimientos, una mejor conceptualización, un alto nivel de resolución de problemas y una actitud positiva y favorable hacia este tipo de aprendizajes.
No nos engañemos. Los estudiantes aprenden matemáticas fundamentalmente a través de las experiencias de aprendizaje que les proporciona su centro escolar. De ellas, pero no únicamente, dependen su comprensión de las matemáticas y, por tanto su capacidad de aplicar esos conocimientos a contextos diferentes y a la resolución de problemas. Por eso, mejorar los rendimientos de los alumnos en esta área pasa por mejorar los procesos de enseñanza-aprendizaje. ¿Y cómo hacerlo? Destacaría tres aspectos.
El primero de ellos hace referencia a una de las grandes herramientas de la matemática: el cálculo. Los modelos de cálculo utilizados son muy antiguos y altamente ineficientes. Crean una actitud muy negativa hacia esos aprendizajes, lo que influye directamente en la falta de motivación y de ejercitación. Con ellos el alumnado apenas si sabe calcular (si no es con papel y lápiz) y resolver problemas. Es necesario utilizar modelos abiertos, flexibles, menos abstractos y basados en un enfoque realista y no en la combinación de cifras descontextualizadas. Allí donde se aplican los nuevos modelos el rendimiento en matemáticas se dispara.
El segundo: matemáticas comprensivas. Actualmente la matemática tiene un enfoque muy formalista, lo que obliga a los niños, a falta de comprensión de la misma, a memorizar hechos o procedimientos, a aplicar instrucciones sin demasiado sentido. Esto da lugar a un aprendizaje frágil, superficial, además de proporcionar escasa seguridad y una actitud negativa, como ocurre cuando tenemos que poner en práctica cosas que no entendemos. Como hoy la mayor parte de los procedimientos algebraicos y aritméticos se pueden hacer con las NNTT, la enseñanza debe dar un giro y centrarse más en la comprensión de los procesos y en la modelización de los procedimientos de resolución de problemas. El alumno ha de comprender lo que hace, tiene que entender el sentido y el por qué de sus aprendizajes. Si no es así, lo aprendido sirve de poco. Nuestra vida está presidida por el cambio. ¿Cómo se va a afrontar el mismo si, por falta de comprensión, no se saben aplicar los conocimientos adquiridos a las nuevas situaciones, a las nuevas exigencias y a los nuevos contextos? También se habla de aprendizaje autónomo, de aprender a aprender, de valerse por sí mismo para adquirir la necesaria renovación del conocimiento, que se produce cada vez de forma más acelerada. Pero tal cosa es imposible si el alumno no parte de una base comprensiva elevada. No pueden aprender por sí mismos si trabajan de memoria, si no controlan su progreso, si no tienen referencias de las razones que explican por qué hacen lo que hacen.
Finalmente, hay que aplicar las NNTT y dejarnos de excusas y de prejuicios. Con las NNTT los alumnos aprenden más y mejor. Los ordenadores corporeizan las ideas matemáticas, hacen visibles los modelos, simplifican la organización y el análisis de los datos. No se trata de sustituir las intuiciones fundamentales y los conocimientos y los procesos que se aprenden naturalmente, sino de ampliarlos y enriquecerlos. Las nuevas tecnologías permiten gran versatilidad en los contenidos y tareas que se ofrecen a los alumnos, favoreciendo la individualización y adaptación a los estilos de aprendizaje de cada escolar. El manejo de programas estadísticos y de bases de datos no sólo ahorra cálculos engorrosos, sino que el diseño de la experiencia y la concreción de la misma en la práctica son todo un entrenamiento en lógica y razonamiento. Finalmente, el uso racional e inteligente de calculadoras permite que se libere mucho tiempo, que se puede dedicar a procesos de pensamiento más matemático que el puramente repetitivo cálculo de papel y lápiz: verificación de los cálculos mentales, resolución de problemas, exploración de patrones, etcétera.
PISA nos dice que nuestros alumnos reciben una educación matemática mediocre, y que además estamos estancados en esa mediocridad. Para mejorar podemos cambiar la legislación (tenemos amplia experiencia), a los padres, a los docentes, a los niños (no parece que esto fuera posible) o la forma de enseñar. ¿Por qué no probamos a cambiar esta última, que es la más sencilla?
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