Notas al margen
David Fernández
Menos papeleo para los funcionarios
Estoy completamente de acuerdo con el presidente del Gobierno en su propuesta para que desaparezcan los comentarios anónimos en las redes sociales y en que los propietarios de las redes tengan responsabilidad penal sobre los bulos que circulen en lo suyo. Me parece fantástico que cada uno opine lo que le dé la gana siempre y cuando se haga responsable de lo escrito. No puede ser que los bulos, eso que hasta hace poco llamaban fake, se propaguen en Facebook, X o Intagram sin control. Todos esos valientes que bajo el paraguas de un seudónimo son capaces de decir cualquier barbaridad, tienen que desaparecer de la escena pública. La gente no puede estar indefensa. Encima los dueños de las redes se han convertido en pelotas del presidente de los EEUU, el mayor propagador de bulos de la historia. Por si fuera poco las mentiras corren rápido, se propagan a la velocidad de la luz. Se ha invertido la carga de la prueba y ahora uno tiene que rebatir la falsedad de cualquier comentario en lugar de que el que acusa debe demostrar lo que dice. Las mentiras, unidas a la Inteligencia Artificial, amplifican el daño. Si a eso le unimos la supuesta gracia de Cádiz, nos podemos convertir en un infierno donde se enseñorean lo peor de la sociedad. Esta última semana ha corrido por Cádiz, primero como rumor, luego como memes y montajes variados, una patraña sobre el alcalde de Cádiz que no solo le puede hacer daño a él, sino también a su familia. Bien es verdad que los códigos de la política tienen que ver con aquel refrán americano que dice que si te da miedo del fuego, no entres en la cocina. Si alguien se quiere dedicar a la política tiene que tener la piel dura para asumir no solo insultos y descalificaciones, sino también mentiras de todo tipo relativas a su vida privada. Es complicado dedicarse a la política si conlleva el riesgo de la injuria, la calumnia y la mentira. Bruno García tiene muchas cosas para criticarle relativas al estado de la ciudad, a los proyectos que nos debe la Junta o tantas otras cosas. Se esfuerza por llevarse bien con todo el mundo en ese oficio tan extendido del bienquedismo hasta el extremo que sus adversarios dentro del PP le llaman “pescaíto en blanco” porque, dicen, es inofensivo, nunca dice que no a nada. Tengo para mí que es un hombre honorable. Se puede discrepar con su política, faltaría más, pero no se pueden propagar infundios sobre su vida. Ben Bradlee, el que fuera famoso director de The Washington Post, dejó escrito: “senador borracho en su casa, asunto privado; senador borracho en el Senado de los EEUU, asunto público”. Es de aplicación al caso. Da igual la vida privada del alcalde, lo que importa es lo que haga con la ciudad.
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