Tertulia Del Bar Bahía

Un merecido recuerdo

Tribuna libre

14 de mayo 2014 - 01:00

Hay una plaza con su nombre en El Puerto de Santa María, una avenida y una casa de la cultura en Paterna de la Rivera, una calle en Espera y una glorieta en Madrid, donde uno de los colegios mayores universitarios más prestigiosos lleva también su nombre. Pero en Cádiz capital, donde nació el 8 de enero de 1863, no hay ni un simple azulejo conmemorativo que recuerde la existencia de Elías Ahúja y Andría.

Este personaje, casi desconocido actualmente, fue una figura relevante en nuestra provincia en los años veinte y treinta del siglo pasado, por su extraordinaria labor social, después de haber hecho fortuna en las Américas. Tras cursar el bachillerato en el viejo Instituto Columela de la calle San Francisco, su padre, dedicado al negocio de exportación de vinos, lo envió a estudiar a Estados Unidos en 1880. Desde allí desarrolló una intensa actividad empresarial en diversos países americanos, especialmente en Chile, donde fue el principal ejecutivo de la empresa estadounidense Du Pont Nitrate Company.

En 1922 volvió a Cádiz. Fijó su residencia en El Puerto y desplegó, a través de la entidad Beneficencia Particular Elías Ahúja, una intensa actividad filantrópica que abarcaba comedores sociales, colonias infantiles, ayudas a distintas asociaciones y atención a los presos, entre otras actividades, en toda la provincia gaditana y en otros puntos de España. Ferviente católico y candidato independiente en listas de derechas en la Segunda República, fue, sin embargo, tachado de masón en 1932 por el periódico tradicionalista sevillano La Unión. Ahúja negó su pertenencia a la masonería, pero en 1937, ya en plena guerra civil, y pese a haber apoyado incluso económicamente al movimiento golpista, se le abrió una causa por sus contactos con la masonería, basándose en un intercambio epistolar en el que declinaba la invitación a incorporarse a una logia. Ante el acoso de un sector del franquismo no identificado, el 31 de mayo de 1937 Elías Ahúja cruzó la frontera de Gibraltar para volver a Estados Unidos.

Ya no regresó a España, a pesar de que en 1945 le declararon inocente del cargo de masón. Continuó dedicando a fines sociales su fortuna -que a su muerte, en 1951, ascendía a siete millones de dólares-, a través de la Fundación Good Samaritan (Buen Samaritano), que asumió la financiación de sus actividades en España, incluyendo becas a estudiantes de educación superior en Cádiz. Antonio Garrigues Walker preside actualmente la Fundación Elías Ahúja, con sede en Madrid.

En los últimos años, ha habido aportaciones particulares a la divulgación de su obra: en 2009 en el blog Habitantes y Gente de El Puerto de Santa María (acogido en la edición digital de Diario de Cádiz) y en 2011, la biografía El buen samaritano Elías Ahúja, escrita por el museólogo portuense Manuel Martínez Cordero. Echamos de menos un reconocimiento oficial a una figura que, por encima de enfrentamientos ideológicos que él mismo sufrió personalmente, contribuyó con su fortuna a aliviar situaciones de penuria de sus paisanos, que, en otro contexto pero con parecida gravedad, vuelven a producirse en nuestros días.

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