Gafas de cerca
Tacho Rufino
Un juego de suma fea
Su propio afán
ESTA columna perpleja parte de la diferencia de trato que la sociedad da a la corrupción política según provenga de la derecha o de la izquierda. Hay anchos de manga muy distintos. Si usted considera que esto no es así y que los medios y la calle son exquisitamente neutrales, este artículo no es para usted, porque no vengo a argumentar esa distorsión que yo sí veo, sino a tratar de explicárnosla. Porque alguna explicación tiene que tener que el caso de los ERE estalle a la vez que el de Rita Barberá y que, a pesar del distinto número de implicados y del numerario sustraído, Rita siga ocupando el centro del escándalo. Los mismos líderes del PSOE que claman contra la corrupción sistémica del PP reiteran su confianza en la honorabilidad de Chaves y Griñán, con manos en el fuego incluidas. Hasta en las filas del PP hay más interés en despegarse de Rita que en pegarle a la corrupción del rival.
Hace muchos años me planteé el mismo misterio y propuse una explicación que ya no nos vale. Dije que los casos de corrupción del PP sorprendían y escandalizaban más porque el partido traía una ejecutoria de honradez. Ahora da cierta vergüenza ajena recordarlo, pero el PP de antaño se presentaba con una triple tarjeta de visita: la renovación ética, la defensa sin resquicios de la unidad nacional y la gestión eficaz. Por el camino se ha ido dejando buena parte de aquello y ahora sólo le queda la eficacia económica, lo único que importa -según Rajoy- a los españoles. Nos salvaron del rescate y ahora, a cambio, una mayoría de españoles agradecidos acude una y otra vez al rescate del PP en las urnas, en un pacto gris de quid pro quo.
Caducada por los hechos y los casos mi hipótesis original, se agranda el misterio de la desproporción en el escándalo, más oscuro que nunca. Puede que la explicación sea la inercia de los viejos tiempos, la querencia ideológica de los medios dominantes, la menor cohesión de los miembros del PP, la mala conciencia de sus votantes, los beneficiarios de una corrupción y de otra, o una mezcla muy revuelta de todo.
En cualquier caso, tanta atención mediática y popular, contra lo que pudiera parecer a la comodidad o al cinismo, no es una desventaja, sino una oportunidad. Si te exigen y te vigilan más en honradez, mejor para ti, porque te será más fácil u obligado ser impoluto. Desde el PP se debería protestar menos de la distorsión, y aprovecharla.
También te puede interesar
Gafas de cerca
Tacho Rufino
Un juego de suma fea
El catalejo
Tensión en los astilleros
El microscopio
La prioridad de la vivienda
Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Guante blanco
Lo último