Ruth Galván

No hay más mito que una misma

El ateneo de lillith

24 de diciembre 2008 - 01:00

AMIGAS, sí, amigas: quienes están ahí sin tú solicitarlo, cuando sin pedirlo te ven que necesitas un abrazo y se acercan a ti, quienes celebran tus alegrías y se sienten parte de tus logros, no te juzgan, siempre te escuchan. Mujeres, que tanto se dice que somos enemigas, que somos frías y duras entre nosotras, como si la rivalidad formase parte de nuestra esencia. Feminidad maltratada por una sociedad que ahora nos pide disculpas a gritos silenciados. La lucha por el reconocimiento de nuestros derechos es una de las batallas donde hemos triunfado, si bien aún tenemos algunas pequeñas guerras abiertas y nos queda universalizar la victoria. No obstante falta conquistar un espacio esencial para lograr la plena emancipación: romper con la dependencia emocional. Ser conscientes de quienes somos, de lo que queremos, y no dejarnos manipular por lo que nos venden o nos exigen. El punto de partida es el amor hacia una misma. Una de mis mejores amigas me enseñó que No Hay Más Mito Que Una Misma.. la admiro tanto que sí, fue mi Estrella de Belén. Ella me enseñó a no buscar referentes, a ser yo, a mirarme y decidir amarme tal y como soy. Mi deseo es llegar a todas las mujeres que sufren esa falta de autoestima, hacerles ver que lo realmente importante es querernos a nosotras mismas, de esta manera, ofrecemos amor, ya que sólo aquello que se tiene se puede entregar. La independencia empieza por conocerte y aceptarte, con sus cosas buenas y sus cosas menos buenas. Esta amiga es Julia Cano, amiga entregada, siempre disponible y pendiente de sus amigas, inteligente, culta, guapa… y así podría seguir sin terminar. Gracias Julia, por estar ahí. La vida me sonríe, me mima, me ha colmado de regalos hermosos que están en mi vida, uno de esos presentes es disfrutar de grandes amigas: Macarena, Vico, Sofía, María José, Mari Carmen, Isa, Esther, Ana, Amelia, Lynn, Antonella, Milo, Águeda, Ross, Soledad, Miriam, Caroline, Cristina, Leticia, Elena, Patri, Jessica… a todas ellas, gracias. Mujeres empoderadas todas, mujeres que quieren a sus amigas y se entregan, que disfrutan los triunfos de sus amigas como si fuesen propios, que lloran en silencio cuando sufres, que una mirada, un gesto, un abrazo, te reconforta y no necesitas más. Ellas saben que son únicas, maravillosas, hermosas por dentro y por fuera, valiosas, brillantes, inigualables, imprescindibles en mi vida y conscientes de que no hay más mito que ellas mismas.

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