Brindis al sol
Alberto González Troyano
Retorno de Páramo
La firma invitada
HACE ya unos meses, el alcalde de Vejer de la Frontera realizó unas declaraciones a este periódico que, sin quererlo él -supongo-, han dado mucho que hablar. Me refiero a aquellas que contenían una jocosa referencia a un simpático fiambre italiano, servido dentro de una barra de pan. Decía Don Antonio Verdú, entre otras cosas, que "no podemos tener El Palmar para bocadillos de mortadela, sino para un turismo de calidad y generador de empleo". Estas declaraciones han provocado en un sector de la opinión pública andaluza el efecto contrario al deseado por el regidor, y amenazan con crear una bola de nieve que se lleve por delante al -supongo que ahora atribulado- alcalde de Vejer.
Vejer de la Frontera, todos lo conocemos, es uno de los pueblos blancos más pintorescos de los muchos que jalonan la geografía gaditana. Está situado al suroeste de la provincia, en la cima de una colina, y tiene unas magníficas vistas de la Janda Interior y del Océano Atlántico. Es Vejer un pueblo con 2.203 desempleados y la renta per cápita media más baja de todos los municipios costeros de la provincia.
A pesar de que su núcleo principal está enclavado en el interior, tiene Vejer el enorme privilegio de disfrutar, dentro de su término municipal, de ocho de los kilómetros más espectaculares de la costa gaditana. Me refiero, claro está, a la Playa de El Palmar, playa "casi virgen" -según palabras del primer edil-, supongo que por las más de 1.000 viviendas ilegales cuya construcción ha permitido el Ayuntamiento en los últimos 30 años.
Pero vayamos a la mortadela. Hace ya un tiempo, concretamente en el año 2001, un grupo empresarial mallorquín convino con el Ayuntamiento la construcción de lo que se denominó 'El Palmar Gran Resort', integrado esencialmente por dos apartahoteles de 4 y 5 estrellas, con un total de 1.300 camas, y un mini campo de golf. Después de muchas vicisitudes -el calvario administrativo que, no sé muy bien por qué, sufren todos los proyectos de inversión en nuestra tierra-, con el año 2007 llegaron los permisos necesarios de la Junta de Andalucía, con lo que el Sr. Alcalde se las prometía muy felices con el "pastel turístico" -son sus propias palabras- que se iba a construir en El Palmar. Pero llegó la crisis, y con ella el concurso del grupo promotor mallorquín que, ante la falta de recursos, decidió traspasar el proyecto a un conocido grupo sevillano, que quiere -si le dejan- iniciar las obras en la segunda mitad de este año.
Ante su inminente comienzo, sin embargo, un grupo de personas, a través de una conocida red social, ha promovido una iniciativa ciudadana de oposición al proyecto que, por lo que parece, tiene hondo calado, cuenta con un gran número de adhesiones -más de 50.000 dicen-, y está haciendo de esta playa una de las más conocidas de España. Entre sus actividades de protesta más recientes, se cuenta una especie de happening -ilegal parece ser- que tuvo lugar el Sábado de Gloria en la playa de El Palmar, al que asistieron más de 1.000 personas, pertrechadas la mayoría de ellas con sus bocadillos de mortadela -símbolo elegido por la plataforma, gracias al Sr. Alcalde, como santo y seña de su protesta-. El happening fue, como ocurre siempre en estos casos, un gran éxito según los convocantes y un gran fracaso según el Sr. Alcalde que, además, se manifestaba quejoso al final, por la asistencia al evento de muchos perros (¿?), que -dice Don Antonio- llenaron la playa de "cacas" que los servicios municipales tuvieron lógicamente que recoger.
Aunque el Sr. Alcalde de Vejer tiene 2.203 buenas razones para intentar sacar adelante este proyecto hotelero -y otro todavía más grande que ya se anuncia-, creo que la idea de construir grandes resorts en primera línea de playa tendrá que abandonarse en un futuro próximo. Y ello porque, más allá del sentir de los pueblos directamente afectados, existe -creo- un amplio consenso social para rechazar la construcción de cualesquiera nuevas edificaciones en primera línea de la costa de Cádiz. Las playas vírgenes del sur de la provincia son patrimonio natural de todos, y todos deberíamos aplicarnos, en la medida de nuestras posibilidades, a su preservación.
Sería bueno, pues, que todos reflexionáramos, desde el punto de vista del desarrollo sostenible, sobre si es más útil para la comarca y también para toda la provincia, disfrutar de una playa única por su belleza en España, con las sinergias económicas crecientes que esto producirá en el futuro, o construir un nuevo hotel, que contribuya a agravar todavía más el problema de saturación de plazas hoteleras que sufre la costa andaluza. Esta, creo, es la cuestión esencial. La 'mortadela connection', denunciada por el Sr. Alcalde, es la anécdota.
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