Enrique Gª-Máiquez

Ni mu

Su propio afán

Aunque se nos presenta como una ideología indiscutible, en su interiorsí que discuten

26 de febrero 2020 - 01:33

Dice la sabiduría popular que los trapos sucios se lavan en casa, y yo lo aplicaría en la mía, y lo aplico a las de los demás. Si atisbo que otros están centrifugando, hago caso del refrán, y no me entrometo. Lo que no quiere decir que no me entere. De hecho, uno de los fenómenos más interesantes de ahora mismo, aunque estemos tan distraídos con el coronavirus, es la volatilidad en el interior del movimiento LGTBETC.

En The Crowd of the Masses lo analiza detenidamente Douglas Murray, que a cada paso constata, con más razón que un santo, que esas cosas las puede afirmar él porque es gay. Yo, en cambio, no podría. Detalla Murray, entre otros, los conflictos que se producen entre las feministas clásicas (las terf) y las que defienden a las trans (las radfem), a las que parece de perlas, por ejemplo, que un violador (Stephen T. Wood), por el hecho indiscutible de autopercibirse mujer, acabe en una cárcel de mujeres con su nueva identidad (Karen White). Pero con el negro hábito de acosar sexualmente a las reclusas. En las competiciones deportivas también se han dado casos chocantes y traumáticos, en un sentido literal, por la diferencia de musculatura y estructura ósea entre unas y otras.

Como aquel caballero francés, yo no pongo ni quito gay; pero la llamada "interseccionalidad" -esto es, la sinergia entre los distintos colectivos sexuales y otras minorías- no parece estar funcionando como un reloj. Lo cual tiene una tremenda trascendencia política, porque son estos movimientos quienes marcan, según la nueva izquierda, la última hora del progreso. De nuevo, yo no abro el pico. El Partido Feminista, liderado por la histórica (con perdón) Lidia Falcón, acaba de ser expulsado de Izquierda Unida. Las feministas han respondido: "… y ya los engreídos dirigentes se han quedado solos con sus desagradables acólitas, cómplices y sumisas, para darle satisfacción al lobby trans, que es ahora el que rige los destinos de la izquierda […] la izquierda apoyando una ley monstruosa que hace desaparecer a las mujeres […] Estamos, compañeras, en un momento de ofensiva patriarcal muy peligrosa".

Es lo último, pero hay más casos, como los vientres de alquiler. Yo, ya digo, no digo ni mu; pero preferiría que, antes de enseñar a los escolares y de imponernos un discurso, se aclarasen entre ellos si estamos ante una ofensiva patriarcal indeseable o ante otro inmenso avance de la Humanidad.

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