Envío
Rafael Sánchez Saus
Luz sobre la pandemia
Quousque tandem
La primera vez que leí que era tendencia ecofriendly hacer la colada handwash & sundrying, miré atentamente las fotos del reportaje y me dio la risa recordando a mis abuelas lavando a mano en la pila y subiendo a solear las sabanas a la azotea. Y así, las pobres abandonaron este valle de lágrimas sin saber que eran ecofriendly además de clean eating, que es cómo llaman ahora a servir ensalada en el almuerzo y sacar una cesta de fruta para el postre. Es lo que tiene haber vivido la posguerra: que te conviertes en influencer sin saberlo y en referente súpercool avant la lettre. Resulta que tender la ropa es cool. O trendy. Pero que es lo más. Y eso que oí a una megainfluencer que además es tiktoker, explicarlo en un tutorial. Y aunque no me acuerdo muy bien, creo que hay ciertos matices que diferencian ambos términos. También se esforzó en hacernos comprender a los neófitos que utilizar uno u otro naming no es cosa baladí, amén de que jamás deben confundirse con fashion que es algo muy diferente. Pero a esas alturas estaba yo ya un poquito harto de tanto pamplining y no presté mucha atención.
Dice el viejo refrán que cuando el diablo está aburrido, con el rabo mata moscas. Y se ve que hay mucho desganado porque ahora que estamos en verano he leído que muchos jóvenes, sobre todo, en lugar de salir con los amigos prefieren el nesting y se quedan en casa haciéndose uno con el sofá. Vamos, los agalbanados de toda la vida. A ellos, y ya sin diferencia de edad, hay que sumar a quienes han decidido practicar el staycation –quedarse en casa durante el verano– y así reducir su huella de carbono, porque es absolutamente cool y ecofriendly. Lo curioso es que a esos se les despachaba con un tiesos, agarrados o arruinados en aquellos tiempos en que los boomer nos dedicábamos a maltratar la naturaleza a mala idea, mientras fumábamos y bebíamos sin pensar en el planeta, que entonces sólo era el socio de Agostini a quienes les comprábamos las enciclopedias por fascículos. Y es que yo soy un boomer orgulloso de pertenecer a esa generación odiada en redes sociales por la juventud de la Generación X y los millennials. Algo que a la inmensa mayoría de nosotros nos importa un bleding y nos trae al fresking. Lo que resulta insoportable es que pretendan convencernos de que cualquier situación penosa o incluso miserable, nacida de cierto empobrecimiento, se convierta en cool –que debe de ser lo más– simplemente porque la bautizamos con un ridículo nombrecito en inglés y nos lo cuenta algún farfoller.
También te puede interesar
Envío
Rafael Sánchez Saus
Luz sobre la pandemia
Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Los que manejan el mundo
Crónica personal
Pilar Cernuda
Felipe VI: su mejor discurso
La Rayuela
Lola Quero
El rey de las cloacas
Lo último