Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Los que manejan el mundo
Por montera
No sé muy bien por qué, gentes de la izquierda, tienen esa obsesión de mezclar el sexo con la religión católica y de poner en manos de los menores de seis años el sexo frente a sus ojos con todo lujo de detalle. A la comunidad gay le fascina la estética religiosa, adoran el cuerpo de Cristo. Suelen inspirarse en su ornamenta, también en la de la Virgen, a quienes muchos visten y rezan en sus templos. Es su manera transgresora pero respetuosa de adorarles. En cambio, hay otras gentes agnósticas que pretenden, equivocadamente, ganarse la simpatía de no sé qué colectivo bajándose la bragueta y quitándose los sujetadores para enseñarles sus intimidades a los menores de edad. La cosa es que Fandogamia Editorial, fiel a su estilo literario, ha editado y puesto a la venta en librerías un nuevo librito para colorear. Su portada tiene la estética infantil de un cuaderno para pintar dibujos animados. El diseño de las letras, cuyo título es El niño Jesús no odia a los mariquitas, tiene características infantiles. Su infografía interior es para colorear figuras infantiles. Pero, oh casualidad, los personajes son Jesucristo y las monjitas, a quienes exponen desnudos terminando por encajarse unos con otros mientras se tintan desde el origen hasta su destino. Penes que emergen del cuerpo de Cristo y, coloreando, penetran donde la espalda pierde su nombre o en bocas donde en vez hostias hay las que carecen de hache. La editorial se defiende diciendo que en su sinopsis se dice que es un libro para adultos. Mienten: en la sinopsis se lee también que es una actividad “para toda la familia”. Ante la avalancha de críticas por poner un Kamasutra en manos de menores, se escudan entre risas en que es una sátira. Cuando se pasan de la raya todo es ironía. Sí, como la droga en forma de gominolas que se vende cerca de los colegios. O los detergentes americanos que, por sus llamativos colores y apariencia de zumos acaban erróneamente en la nevera en vez de debajo de la fregadera provocando intoxicaciones a veces mortales. Dejen de calificar como sátira lo que es acoso sexual a menores. Dejen que los niños crezcan en un entorno seguro, sin perversiones anticipadas por personas ideologizadas que se delatan cuando se ponen a jugar con cosas sagradas: el sexo, Cristo y los niños. Y estoy totalmente de acuerdo con la infame editorial: El niño Jesus no odia a los mariquitas. Lo que se odia es la perversión infantil de los editores.
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