No busquen al padre

Alto y claro

20 de febrero 2025 - 03:04

Mientras Trump y Putin se dedican a instaurar un nuevo orden mundial, en el Parlamento de Andalucía andan muy ocupados en si tienen que nombrar o no a Rafael Escuredo, segundo presidente de la Junta de Andalucía, como Padre de la Autonomía Andaluza. No va este artículo de medir los méritos de Escuredo, que tiene ahora 81 años, para alcanzar tan destacado título. El venerable ex presidente le hizo, en su momento, un servicio inestimable al PSOE al arrebatarle la bandera andalucista a los torpes que en los inicios de la Transición la habían levantado. A la vista de lo ocurrido después, casi cuarenta años de gobiernos socialistas, no es poca cosa.

Todo esto daría para escribir otra historia que no sea la oficial que se ensalza en los colegios cuando llega el 28 de febrero, mientras los niños desayunan pan con aceite. Pero no se trata de eso. Se trata de constatar, una vez más, lo lejos que están las discusiones y cuitas de nuestros políticos de la realidad que deberían de pisar en la calle. Cada año, cuando se acerca el Día de Andalucía, parece entrar en la Junta, el Parlamento y los partidos un éxtasis identitario que se traduce en nimiedades como la del Padre de la Autonomía.

No parece que baste con tener ya consagrado a Blas Infante como Padre de la Patria. La figura del pobre notario de Coria del Río, irrelevante en la política de su época, asesinado en la orgía de sangre que organizó Queipo en Sevilla en el verano de 1936, es uno de los pocos consensos que han tomado carta de naturaleza en la región. Y sería bueno dejarlo así. Buscarle contrafiguras o padres alternativos, como parece que se quiere hacer con Escuredo, no deja de ser una torpeza que además deja al descubierto una maniobra política de bajos vuelos. Puestos a buscar candidatos para constituir una especie de parnaso andaluz, parecidas hojas de servicio se podrían aportar de Plácido Fernández Viagas, primer presidente de la Junta, Manuel Clavero Arévalo, que diseño el café para todos que todavía hoy bebemos, José Rodríguez de la Borbolla, que gestionó los primeros presupuestos dignos de ese nombre que se gastaron en Andalucía, o Alejandro Rojas-Marcos, que inventó el andalucismo tal y como hoy se conoce.

Pero no pierdan el tiempo buscando padres. A Andalucía le hacen falta muchas cosas, casi las mismas, por cierto, que hace cuarenta años. Pero entre ellas no están los patronazgos. Hay tanto que hacer que hasta da un poco de vergüenza ajena.

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