El balcón
Ignacio Martínez
Mazón se enroca
Opinión
DE las 18 alcaldías de la provincia que no están ahora en manos del PSOE, Cabaña hace tiempo que le ha echado el ojo a tres que son, por este orden, San Fernando, La Línea y Conil. Por ello, no hay que ser un lince para adivinar que la maniobra realizada la semana pasada en la localidad conileña, al votar en contra de los presupuestos presentados por el gobierno local de IU, buscaba precisamente eso: dejar sin ataduras a Eva Leal para que se distancie de Antonio Roldán en su carrera electoral. Y en esa carrera puede que Leal le haya recortado distancias a su principal oponente político, o puede incluso que le haya sacado varias cabezas de ventaja. Es lo que buscaba el PSOE provincial, que desde siempre, y sobre todo desde que está Cabaña al frente, se ha convertido en una máquina de acaparar poder. Porque si por acción o por omisión Cabaña ha devorado en estos años a sus socios anteriores (Pedro Pacheco, Hernán Díaz, Antonio Moreno...) ¿por qué no iba a intentar lo mismo con Roldán o con José Antonio Barroso?
Por eso, a nadie debe extrañar el enfado de IU. Piensan sus dirigentes, y con razón, que han sido traicionados por sus socios en uno de sus tres emblemas de la provincia (los otros son Puerto Real y Trebujena) y de ahí su reacción en el pleno de ayer. Una reacción lógica por un lado pero inaudita por otro porque ¿a quién se le ocurre votar en contra de las cuentas de una institución en la que están gobernando?
Pero la pataleta de IU se va a quedar ahí. Ellos saben que Cabaña no va a desautorizar a la líder socialista en Conil, pero también saben que ni pueden, ni quieren, romper el pacto de la Diputación, porque unos y otros están llamados a volver a necesitarse en el futuro.
Ayer Izquierda Unida durmió en el sofá por primera vez en estos tres años de matrimonio con el Partido Socialista. Puede que hoy ni se dirijan la palabra en el desayuno. Pero por la tarde, y sin muchos reproches de por medio, todo se habrá olvidado.
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