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Brindis al sol
Alberto González Troyano
Elogio de la rareza
Cuarto de muestras
Donald Trump ha conseguido que incluso la salud del Papa quede en un segundo plano. Cuando creemos que ya le hemos oído todo y del peor modo, su desagradable tono, sus pésimas formas y su temeraria política vuelven a aterrorizarnos con un nuevo exabrupto. Sus amigos y camaradas no contribuyen a tranquilizarnos y, yendo de la mano, son un instrumento de poder más. Aunque, no se sabe si el político está en manos del dinero o el dinero en manos del político. Quién se comerá a quién, Trump a Musk o Musk a Trump. La inteligencia no es capaz de responder aún a esta pregunta. Deberle favores a Putin por su impagable apoyo en la campaña electoral tampoco le hace muy independiente y, él mismo, se encarga de hacer visible su sumisión ignominiosa.
El deshonor no sólo alcanza al presidente de los Estados Unidos. El resto del mundo calla cuando Trump llama dictador al invadido, agresor al agredido, cuando habla de reparto de territorios, de convertir en negocio turístico el peor de los escenarios de una guerra. Europa, empequeñecida, debilitada, dividida no sabe qué hacer preocupada por el boquete de su cartera.
No todo es malo. Hay que tener esperanza. En España vamos a tener que estarle agradecidos a Trump por algo muy importante: ha desenmascarado a Abascal. Ya no disimula su falso patriotismo. Ya no tiene que entallar más su chaqueta ni darnos lecciones de defensa de la bandera. Ya huelgan sus reproches a la derecha moderada y “cobarde”. Ya suenan huecas sus críticas a la falta de escrúpulos de Pedro Sánchez. Abascal es de Trump caiga quien caiga, perjudique o beneficie a España, solidifique o destruya su partido que no puede entender esa oscura e incomprensible alianza. Él presume de pertenecer a la banda de la motosierra y las criptomonedas y acude a las reuniones con una segueta y dos euros prestados en el bolsillo. El ridículo es hiriente.
Santiago, yo también te doy las gracias como Trump, por hacer tan visible tu desvarío, por dejar tu disfraz de conservador que, dicho sea de paso, siempre te ha quedado muy grande. No es que te entalles de forma poco elegante ni que aplaudas las intenciones arancelarias que tanto nos perjudican. Es que hoy quizás puedas cantar, más fuerte que nunca, que eres el novio de la muerte. Hoy, también, ya no habrá razones ni excusas para que nadie te apoye sin ignorar lo que de verdad eres: el mayor aliado del socialismo de Sánchez, de los enemigos de España y de Europa. Qué duda cabe, te gustan los dictadores y las dictaduras porque tienes el alma pequeña de un sumiso.
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