La Rayuela
Lola Quero
Nadal ya no es de este tiempo
Parece increíble que el Ayuntamiento de Cádiz vaya a destinar 12 millones de euros a una obra pública en la ciudad. Parece increíble que vayan a construir una avenida junto a los terrenos no ociosos de los Astilleros, para una entrada de la ciudad que conecte desde la barriada de la Paz y el nuevo puente hasta el centro histórico y la zona del nudo intermodal de transporte. Allí se ubican el Puerto, la estación de trenes y la de autobuses. Obra pública que en cualquier ciudad se hubiera terminado antes del siglo XXI, y que aquí parece milagrosa.
Es un enclave vital de Cádiz que está gafado. Pues no sólo se ha retrasado la construcción de la avenida de Astilleros, sino también la remodelación de la plaza de Sevilla y los terrenos anexos a la estación de Renfe. Con proyectos interminables como el mercado gastronómico o el hotel de Barceló, al que el anterior desgobierno municipal de la izquierda gaditana fastidió hasta el límite de lo increíble, según denunció la empresa.
Y la Aduana... Ese edificio fue catalogado, descatalogado, fue propuesto para el derribo, fue salvado... Una de las mayores polémicas gaditanas de los últimos tiempos. Aduana sí, Aduana no. Hasta que la gente se olvidó. La Aduana se quedó donde está, y si te he visto no me acuerdo. Con estas obras futuras se volverá a hablar y escribir de la Aduana, a pesar de que el edificio no estorba.
La polémica de la Aduana es típicamente gaditana. Algunos pensamos que quieren derribarla sólo para fastidiar a José María Esteban, Moncho Pérez Díaz-Alersi y otros gaditanos de perfil alto, que fueron los líderes del movimiento para la salvación. En realidad, este edificio no es de tanta calidad arquitectónica como el de Valcárcel, que se puede caer a pedazos. No es un Torcuato, para entendernos, aunque tampoco es un adefesio, como otros que se mantienen en la ciudad.
Y lo más importante: antes de derribar la Aduana sería necesario construir otro edificio para la Aduana; o ubicarla en alguno ya existente. Cádiz necesita una Aduana, que no es sólo un lugar para ocultar la estación, sino que cumple funciones aduaneras, como su nombre indica. No hay partidarios de trasladar la Aduana a Valcárcel, ni de reconstruirla piedra a piedra en a Zona Franca.
Parecen paridas, ¿verdad? Pues el derribo sin alternativa también lo es; y no hace daño donde está. Concentren los esfuerzos en dar un buen uso a los 12 millones para la tercera avenida. Aunque esta cantidad es una minucia comparada con lo que costaría trasladar Ciencias de la Educación al edificio de Valcárcel.
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